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Mano a mano con el arquero de Patronato

De querer imitar a Batistuta a evitar goles en los arcos de Primera

El arquero de Patronato habló de todo con El Pelotazo. El guardameta repasó sus inicios futbolísticos como 9, su derrotero por clubes argentinos y del exterior y manifestó el deseo de seguir en el rojinegro en la próxima Superliga.

El arco de Patronato hoy está custodiado por Matías Ibáñez, el hombre de Capital Federal que llegó a Paraná para la temporada 2019-20 de la Superliga nada más y nada menos que para suplantar al emblema de Patrón, Sebastián Bértoli. A fuerza de perseverancia y buenas actuaciones se afianza cada vez más debajo de los tres palos del rojinegro. Desde Bahía Blanca, donde cumple el aislamiento social y preventivo por la pandemia de Coronavirus, el guardametas rojinegro habló con El Pelotazo de su trayectoria en el fútbol argentino, sus inicios, el tiempo en cuarentena y de todo un poco.

Con 33 años, Ibáñez es un amante del fútbol, desde su niñez en la localidad de Ciudad Evita se la pasaba jugando en la plazoleta con sus vecinos. Comenzó a incursionar como delantero pero “empecé a ir cada vez más atrás hasta que me di cuenta que en el arco andaba mejor. No la metía de ninguna manera, era la típica de que al más malo lo mandaban al arco y ahí me defendía mejor”, reconoció Matías que por ese entonces tenía como ídolo y referente a Gabriel Batistuta.

Los años pasaron y los momentos de diversión con amigos pasaron a ser más serios y con dedicación hast aque a los 14 años tuvo sus primeros pasos como “profesional” o ya sentía que podía ser su trabajo. “Jugando en Deportivo Italiano vino un representante para que me pruebe en Racing. Quedé, pero justo fue en el 2000 cuando el club se convirtió en una Sociedad Anónima y sacaron a todos los técnicos. Me vuelvo a probar y quedé otra vez pero no pude jugar porque Italiano no me dio el pase”, recordó.

“Yo sabía que si me lo proponía podía vivir del fútbol y a partir de ahí siempre fue mi objetivo”, reflexionó Ibáñez con respecto a esa primera experiencia que fue el acercamiento a lo que hoy lo tiene como su profesión.

Al año siguiente va a Vélez Sarsfield a iniciarse en inferiores para después pasar a Olimpo de Bahía Blanca. “Sabía que en Vélez no iba a jugar porque tenía un par de arqueros grandes adelante mío y las chances eran pocas. Me fui a Olimpo en busca de un sueño. Encontré mi lugar y lo defendí a pesar de haber tenido varios arqueros que con el tiempo triunfaron en el fútbol argentino”, contó el Uno de Patronato

“En ese momento estaba Gabriel Arias, actual arquero de Racing, y Emanuel Bilba, de Alvarado de Mar del Plata y Ezequiel Viola que estuvo en la primera de Olimpo. Yo fui el primero en debutar. Arias se fue a Defensa y Justicia y a los 25 años empezó a hacer su carrera siendo hoy un jugador de Selección y uno de los mejores del fútbol nuestro”, recordó.

El debut en la máxima división argentina se le dio a los 24 años, en el Torneo Clausura 2011. “Cuando debuté en Olimpo los arqueros de los rivales promediaba entre los 37 y 40 años entonces que juegue un pibe de 20 años en ese momento era difícil. Lo logré creo porque en ese momento había un técnico de la casa, de inferiores que me conocía un poco más y apostó por mí”.

Su primer experiencia en primera fue nada menos que en el partido que le dio la permanencia a Olimpo. Fue en la última fecha ante Quilmes y tuvo que suplantar a Laureano Tombolini, capitán del equipo que tuvo que retirarse lesionado. En ese campeonato River perdió la categoría.

Capítulo Caruso

En el 2012 hubo un trueque con San Lorenzo de Almagro, Ibáñez pasó a préstamo al club de Boedo y Nereo Champagne a Olimpo. Una vez terminado el contrato, Argentinos Juniors decidió contar con el arquero. “Teniendo otras posibilidades me fui a Argentinos porque Caruso me dijo que iba a jugar. Me terminó mintiendo porque llevó a Pablo Migliore y me colgó y tuve que volver a Olimpo. son cosas del fútbol, siempre hay técnicos así y por suerte cada vez hay menos”, señaló Ibáñez.

Asimismo, reconoció que en el ambiente del fútbol es difícil tener gente de confianza. “Hay pocos amigos en el fútbol, hay que tener cintura, pero es como en todos los ambientes donde hay muchos intereses, mucha diferencia entre lo que puede llegar a ganar uno y otro, hay envidia continuamente. Hay veces donde el que no juega gana más que el que no juega”, manifestó.

Experiencia Europea

Tras el fallido traspaso Matías Ibáñez retomó a Olimpo pero sin lugar en el equipo de Wálter Perazzo estuvo 6 meses sin actividad. “Luego surgió la propuesta del SD Eibar (ciudad de Éibar en Guipúzcoa, País Vasco, España), fui sin saber dónde iba. Un club muy humilde de la segunda de España con el presupuesto más bajo de la categoría, pero con un buen técnico y muchos pibes que querían ganar, vivir del fútbol y crecer. Salimos campeones de la segunda división, ascendimos”, contó el guardameta que pese a haber logrado el ascenso no pudo jugar en la Liga española por la finalización de su vínculo.

Un granate campeón

En su regreso a Argentina, Ibáñez recaló en el Club Atlético Lanús. Estuvo 2 años con Guillermo Barros Schelotto y Jorge Almirón como entrenadores y cosechó dos títulos. El torneo de primera 2016 y fue el arquero titular en la Copa Bicentenario, donde el Granate le ganó el título a Racing por 1 a 0.

“Después de conseguir los dos títulos, decidí irme a Temperley, donde me lesione a los 8 meses de la rodilla. Estuve un tiempo fuera de la cancha pero de todo se aprende” reconoció el arquero. Luego tuvo un retorno a Lanús y en junio de 2019 se convirtió en jugador “Santo”

“Estoy muy bien en Patronato. Encontré estabilidad, estoy cómodo con el Club, con la ciudad, si bien vivo en Santa Fe, el club cumple con todo lo que promete, es un lugar ideal para jugar. Ahora que no haya descensos ayuda muchísimo a seguir jugando en Primera División”, manifestó el futbolista que cumple con la cuarentena en su casa en Bahía Blanca con su esposa y sus hijas, Catalina y Victoria, las gemelas de 4 años.

Con ellas está disfrutando a pleno todo el tiempo disponible, tiempo que no puede cumplir con los entrenamientos y demás actividades diarias. “Es más difícil pelear el descenso que estar en cuarentena con las mellis”, sentenció con gracias. “Hoy estoy las 24 horas con ellas, y son cosas que al entrenar todos los días no lo podía hacer, al igual que los fines de semana. Sacando lo que es el virus y la restricción, es algo parecido a unas vacaciones. Además No hay excusas para no hacer las cosas que me piden. Tengo unas ganas de tremendas concentrar”.

“Decidí vivir en Bahía Blanca porque mi mujer es de ahí, jugué 6 años en Olimpo y me siento muy cómodo. Es una ciudad muy parecida a Paraná, soy de Capital Federal y siempre fui de esquivarle a esa locura y para cuidar a mis hijas es un lugar ideal”, reconoció.

Ping Pong

-Un lugar de la casa en cuarentena

Mi escritorio, donde tengo un lugar para mí.

-Una película o serie

La Casa de Papel

-Una comida que te salga bien

Pollo a la olla essen con mostaza y limón

-Lo que no te gusta hacer en cuarentena

Me cuesta mucho barrer, por eso me compre un robot que barre sólo (risas). Me cuida la cintura.

-Primer sueldo

En Olimpo, en el 2008, eran $1100

-Mejores camisetas cambiadas

Carlos Tevez, Lucas Pratto, Juan Román Riquelme, Martín Palermo, Leonardo Ponzio, Miguel Almirón, Pepe Sand. Si esto del fútbol se corta empiezo a vender.

-El mejor insulto que te hicieron

De todo pero no me acuerdo de uno. El sin manos es lo más dulce que te dicen

-Arquero referente

José Luis Chilavert, estaba cuando hice inferiores en Vélez y después lo conocí de grande. Es un fenómeno

-El delantero más complicado que has enfrentado o aquel que te tenga de hijo

Hubo varios, ahora se me viene a la cabeza Pepe Sand con Aldosivi y Lanús. En el último que me tocó rogaba para que no me hiciera goles porque tengo una gran relación

-La peor inversión

Compre unos autos a un amigo, funcionó hasta que dejó de funcionar porque lo estafaron a él. A veces sale bien y a veces sale mal. el que no le erra a los negocios es el tipo con más suerte del mundo

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