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La historia del exdelantero paranaense

Las locuras de Marzo: hasta errar un gol por su amor a Unión

El ascenso y la idolatría eterna en el Tate. Unión en 1ra. y Colón sin título. Su cariño por Patronato. La historia con su hijo Agustín y el paso fugaz por la convulsionada Colombia en los 90. Ser DT y su laburo fuera del fútbol para vivir.

El Loco recordó su carrera transcurrida en varios equipos argentinos, entre el que se destaca el Tatengue donde sigue siendo el tercer máximo goleador de la historia. Con El Pelotazo contó su experiencia en Colombia con una experiencia frustrada, su sentimiento con Patronato y los clubes de la ciudad: Y habló de su actualidad entre el fútbol y el trabajo de repartidor de harinas.

José Luis Marzo surgió de Los Toritos de Chiclana, pero su mayor identificación es con Unión de Santa Fe donde es el tercer máximo goleador del club con 63 tantos y fue uno de los que posibilitó el regreso del Tatengue a Primera en el 96. “Pese a todo lo bueno y lo malo que pasé vistiendo la camiseta de Unión, soy más reconocido en Santa Fe”.

En el partido de ida de la final del octogonal que decretó el ascenso ante Instituto de Córdoba, el Loco marcó 2 de los 3 que Unión anotó aquella noche en el estadio 15 de Abril. “Fue una cosa de locos, y más que estaban los visitantes. En ese momento uno lo que intenta es tratar de dar lo mejor del torneo. Se está jugando una final y no te podes guardar nada, hay que estar más atento que nunca”, reconoció.

“Después de hacer el gol a los 40 segundos del segundo tiempo indicaba que estábamos bien preparados mentalmente, la confianza era terrible. La atención tenía que estar al 100% y se vio en el segundo tiempo. Santiago Trullet tira el centro y el defensor le erro, si yo como delantero hubiese estado medio metro adelante o atrás hubiese sido otra la diferencia, o no llegaba o era otra la situación del partido. Estaba parado justo en el lugar indicado, y lo único que tenía que hacer era lo que fui haciendo todo el partido, definir”, precisó.

José Luis era un habilidoso al momento de los penales, como en este caso ante la Gloria que definió con un bombazo. “Miraba la pelota y de reojo al arquero para ver qué hacía, en ese momento y estaba mirándome fijo. Y no me quedó otra”, sostuvo

“Siempre veía a Batistuta patear los penales, él siempre dijo 'yo le apuntaba a un palo, le pegaba y listo, Si el arquero iba ahí la atajaba, sino entraba. Y si el arquero iba y yo pateaba con toda mi fuerza seguramente el arquero no iba a llegar'. A mí me pasaba lo mismo, la mayoría de los partidos en ese torneo e incluso el reducido”, expresó el exdelantero.

En el Tatengue el Loco y Dario Cabrol eran los encargados de patear desde los 12 pasos. En ese partido hubo dos pnales, el primero convertido por Marzo y el segundo malogrado por Cabrol. “Ganabamos 2 a 1 y le tocó a Darío un penal. Lo iba a patear, pero le pregunté si lo quería meter, y dijo que sí. Era la confianza que nos teníamos mutuamente y el respaldo de los compañeros, el Cuerpo Técnico y toda la gente. En ese momento lamentablemente lo erro”.

“En mi caso fue agarrar la pelota, mirar al arquero y dije no a este lo hundo con pelota y todo, en el medio del arco. Obvio que tenés una presión bárbara porque atrás del arco, estaba toda la gente de Unión. Era una responsabilidad. En ese momento recuerdo que miré al arquero nada más, pero me imagino que seguramente la gente debió estar comiéndose la uña, agarrándose la cabeza”, reconoció.

Asimismo, José Luis reconoció que no fue fácil ese torneo y la final que tuvo a un Instituto que estaba armado para salir campeón, pero no se le dio. “Nosotros jugamos la última fecha del torneo con Godoy Cruz de Mendoza, y en el último minuto creo, el Seba Clotet hizo el segundo gol que nos dio la clasificación. Después empezó el reducido donde siempre definimos de visitante,. Nos tocó primero con Godoy Cruz. Le metimos 3 en cancha de Unión, 3 allá. A Talleres lo mismo. Instituto 3 en cancha de Unión y allá perdimos 1-0, pero tenían un equipo que mamita daba miedo en la mitad de cancha”.

“Y en la final en Córdoba la gran figura fue la Araña Maciel. A los 15 minutos del primer tiempo expulsaron a Felix Pereyra, y jugamos prácticamente toda la final con un jugador menos, entonces nos metieron pelotazos por todos lados. La Araña la verdad que anduvo muy bien”, recordó de esa noche del 13 de julio de 1996 que consiguió el quinto ascenso a la máxima división del fútbol argentino.

Pese a ser un emblema en el Tatengue, el Loco aún sigue esperando la convocatoria para trabajar en el club que tanta satisfacciones le dio en su carrera. “No se porqué no se da de trabajar en Unión. Hace unos años hubo una oportunidad de ir, hablé con Marcelo Mosset ya habíamos encarado todo como para ir a entrenar, con un trabajo con los delantero según los días era la categoría de los chicos a entrenar. Lamentablemente no se dio, por problemas institucionales, económicos”, reconoció.

“Hasta el día de hoy me lo sigo preguntando porqué no, siempre se lo dije tengo buena onda con el Presidente y el vice, con mucha gente, y amigos de muchos Yo prefiero que me digan las cosas en la cara, que me digan ‘Loco, no podés trabajar en Unión porque te falta experiencia, no sos un buen técnico, no vemos en vos lo que puedas dar para los chicos’, que te miren a la cara y te digan porque no. Entonces eso por ahí me duele que Unión no venga y diga las cosas como son”, se lamentó.

“No tengo ningún rencor porque voy a la cancha con la familia, amigos, disfrutamos, me saludo con todo el mundo. Y todos me preguntan, pero uno espera la posibilidad si se da bien, sino seguiremos esperando. Uno sabe bien lo que hizo en el fútbol, las cosas malas que hizo, lo que se hizo bien, lo que vivió en los vestuarios”, enfatizó Marzo.

CLÁSICO UNIÓN-COLÓN

Su identificación con el Tatengue lo llevó a ser una persona no querida por la hinchada de Colón, sobre todo luego del clásico santafesino de 1997 que decantó en la permanencia de Unión y la imposibilidad de consagración para el Sabalero en el mismísimo estadio Centenario.

“En ese momento no podíamos dejar que Colón salga campeón. La gente nos decía cómo se nos van a burlar, hay que ganarle y arruinarle la fiesta. La verdad que era una fiesta, sea la cancha donde se juegue, más teniendo las dos hinchadas que de un lado te putean y del otro te alientan. Era lo lindo del folclore del fútbol. La verdad que ese día lo disfrutamos”, reconoció el exdelantero.

“El clásico es terrible, una cosa de locos. Es lo mismo que Talleres-Belgrano. Es de esos partidos que si lo tenés dentro de 15 días, ya en ese momento se empieza a vivir. No terminas el partido anterior y la gente ya está ahí metiendo pidiendo ganar el partido, que no hay que dejarla pasar”, reconoció.

“El hincha de Colón no me quiere por el post partido que había y el ida y vuelta que teníamos con la hinchada. Igualmente le tengo mucho respeto, como ellos nos tienen a nosotros. Yo siempre me pregunté porqué no me querían si nunca había ganado con Unión un clásico, perdí o empate, no tengo ninguna ganada”.

La única vez que Marzo obtuvo un triunfo contra el Sabalero fue vistiendo la camiseta de Talleres de Córdoba. Fue en el Clausura 2000 en el Cementerio de los Elefantes con el triunfo 1 a 0. “El Gringo Humoller tira el pelotazo largo, yo salgo del lateral a la punta del área grande a buscar la pelota y siento que gritan 'voy' y era el arquero. Fui con el central y dije acá me matan los dos, me voy a la fosa derecho. Hasta que siento el chirlo y quedó parado, me doy vuelta y veo que los dos estaban en el piso y tenía la pelota en el pie, hice el gol. Imaginate pase por atrás del arco y me querían matar. Elizondo, el árbitro, me esperaba con la tarjeta amarilla y me cagó a pedo”, recordó de ese momento.

AMÉRICA DE CALI

Después de 4 años finalizó la primera etapa del Loco en Unión y llegó la oportunidad de emigrar, la primera experiencia en el exterior. El destino fue Colombia, más precisamente al América de Cali. “En ese momento el club no pagaba los sueldos hacía 5 meses, no tenían luz y muchos problemas institucionales. Vino un empresario con la propuesta, Carlos Quieto, que después fue mi representante, y dije esto es lo mio, pasar de jugar en la B a ir al América sabiendo que iba a jugar Copa Libertadores, que si bien era un torneo difícil era un paso muy importante en mi carrera”, señaló José Luis que arribó al país cafetero en 1995.

Los primeros meses que estuvo en Colombia fueron de adaptación en un mundo nuevo con todas las comodidades como lo marcaba un club estilo de la época. “Los entrenamientos eran impresionantes, te ibas a la mañana temprano y volvías a la noche. Era una institución bien preparada con todo incluído, comedor, gimnasio, canchas, distintas cosas”

Pero en ese entonces, en el país sudamericano acechaba la guerrilla, hecho que detuvo la experiencia del loco y lo obligó a volver a la Argentina. “Realmente fue un problema para mi y otros dos jugadores, un uruguayo y un ecuatoriano. Nos tuvimos que volver por el tema de la guerrilla, justo lo agarraron a uno de los dueños del Club, Rodriguez Orejuela y ahí empezó todo el problema. Con el club y los jugadores no hubo problema, pero siempre vivíamos con amenazas con que iban a hacer volar los colectivos, nos iban a agarrar cuando íbamos de viaje, así empezaron todos los problemas”, relató.

“Hasta que un día el entrenador, Pancho Maturana, me dijo ‘tenés que ir a hablar con la presidenta’. En ese momento era Doña Amparo. Fui a hablar con ella, me cantó la justa que había muchos problemas con la guerrilla, lo mismo con otros jugadores, y lamentablemente tomaron la decisión de que en diciembre me volviera. Me tuve que volver a finales de noviembre”, manifestó Marzo.

De no haber ocurrido estos hechos, José Luis Marzo hubiese sido subcampeón de América, ya que ese mismo plantel llegó a la final de la Libertadores 1996 y cayó ante River Plate.

Ese equipo contaba en sus filas con Jorge Bermúdez, Óscar Córdoba, John Harold Lozano, Jairo Castillo, entre otros. “Era un grupo espectacular. Excelentes personas, muy amables, tratando que te sientas de la mejor manera y en ningun lado te dejaban de lado, no armaban camarilla, nada en absoluto. Cuando nos daban de comer nos sentábamos todos juntos, ahí compartíamos charlas. La verdad que no puedo decir nada malo porque no pasé ningún momento de esos cuando estuve en Colombia, ni a nivel futbolístico ni institucional”, reconoció.

Y añadió: “La verdad que eso fue un poco lo que me hubiese gustado vivir un poco más y poder estar jugando, aunque hubiese perdido la final, haber estado jugando una copa Libertadores que era muy importante en mi carrera”.

EQUIPOS DE SU CIUDAD

Su ser futbolista surgió y terminó en Paraná. El Loco nació futbolísticamente en el Club Atlético Los Toritos de Chiclana. “De los 5 a los 16 años jugué en Toritos, el club que me dio todo cuando me inicié. Hasta ahora me acuerdo de los técnicos que se agachaban y me ataban los cordones, porque era la realidad. El club te daba una educación y una enseñanza. Hasta que llegó un momento que no podía seguir en Toritos, y se me abrió la posibilidad para ir a Patronato”, sostuvo el goleador.

“En Patronato fue donde se me abrió una parte de la ventana. Me acuerdo de Mario Martinez, Hugo Quinteros, me ayudaron muchísimo, me enseñaron del fútbol lo que tenía que aprender, en una palabra lo que tenía que mamar del fútbol y me lo hicieron saber. Trompadas, patadas, puteadas, la realidad del fútbol. Y me vas a decir que no pegaba patada Mario Martinez. Esa es realmente la gente que me enseñó muchísimo”, recordó Marzo.

“Ahí fue donde Patronato me abrió los ojos y dije 'si llegué hasta acá, porque no dar un paso más'. Hacia dónde, no tenía ni idea lo único que quería era jugar al fútbol y demostrar”, señaló José Luis que tuvo su oportunidad en Unión gracias a los partidos amistosos de pretemporada a principios de la década del 90.

“Dio la casualidad que estábamos jugando el Torneo del Interior en el 89, donde quedamos afuera con Gimnasia en Concepción del Uruguay, y justo Unión había ascendido y en esa semana nos vinieron a jugar un partido amistoso en el Grella. Tuve la suerte de hacerle un gol, el fin de semana siguiente fuimos a la Tatenguita y le hice 2 goles. En ese momento estaban Carlos Trullet y Carlos Mazzoni, como entrenadores en la reserva de AFA. Así se me dio la posibilidad”, señaló.

“No te puedo decir que es un club que amo y quiero de nacimiento, porque estaría mintiendo. Pero es una institución muy querida que la llevo mucho en el corazón por las oportunidades que me dio para dejarme ir y a ser quien fui en el fútbol argentino. Lamentablemente tengo ese dolor de que la gente por ahí no le gustó lo que había hecho, que me había vuelto de Misiones, no me quería ir porque quería estar con la familia y estaba pensando en retirarme, me costó, y justo me llama la gente de Gimnasia. Me ofrecieron un dinero, les pedí más plata con tal que me digan que no y quedarme en Paraná y no jugar más, y cuando le dije eso me dijeron que sí, que no había problema”,contó.

Pese a eso, la gente del Rojinegro reconoce al Loco como uno de los responsables del ascenso del 2008 del Argentino B al Argentino A. “La gente sabe lo mucho que no costó, lo que sufrimos, los inconvenientes que tuvimos y principalmente llegando a la final con un Carucha fisurado, a mi me habían expulsado en el partido de ida y se pudo lograr algo muy importante para la institución”, destacó.

Igualmente acude cada tanto a la cancha acompañanado a su hijo. “Cuando juega de local, cuando él me lleva porque él es el que decide con quién va, si conmigo, con el tío, el padrino, el vecino, con el que sea, él toma la decisiones”, mencionó con gracia.

Tras un fugaz paso por Corrientes, en Concepción del Uruguay estuvo un año donde las cosas no salieron como esperaba. “Terminé con una lesión y luego del fallecimiento de mi papá tomé la decisión de volver. No me sentía bien, ni cómodo, siendo sincero me pego mucho lo de mi viejo”, reconoció.

Luego tuvo un paso por Belgrano, le propusieron jugar en una liga en Santa Fe pero terminó jugando en Atlético Paraná. “Es otro de los clubes que le tengo mucho respeto y un sentimiento grande al igual que en Patronato, por el hecho que fue la institución que no me cerró las puertas. Me bajó las persianas y me dijo chau listo, hasta acá llegaste, no jugás más al fútbol. Ya no me sentía cómodo, y para no terminar mal con la dirigencia que se portó muy bien conmigo, al igual que mis compañeros y la gente, tome la decisión”.

A los 40 años decidió colgar los botines porque las sensaciones y las ganas no eran las mismas. “Un día volví a mi casa, estábamos comiendo y le dije a mi señora ‘no siento las mismas ganas de ir a entrenar. De ir una hora antes a los entrenamientos, llegar y preparar el mate, ayudar al utilero, quedarme después del entrenamiento tomando unos mates, ordenando, viendo lo que va a suceder al otro día’. Ya cuando empezas con esas cosas, dije 'listo chau, hasta acá llegué’”, sentenció.

TEMPORADA EN LANÚS

El Club Atlético Lanús fue su segundo equipo en la primera división del fútbol nacional, estuvo durante una temporada donde no la pasó muy bien. El delantero fue relegado del primer equipo, y uno de los desencadenantes de esa situación fue un Unión-Lanús disputado en el estadio 15 de Abril tras un gol malogrado con el arco solo.

“Fue un mano a mano en un arco que para mi tiene mucha historia por los goles que hice, los que erre, de las puteadas que me comí, pero en ese momento ver toda la hinchada ahí de gente que antes del partido coreaban tu apellido, hasta el día de hoy me acuerdo y se me pone la piel de gallina. Quería pegarle con tres dedos y le pegué mal. Ese partido me hizo un cambio terrible”, recordó

“En la jugada se ve que ahí no erraba, tenía tranquilamente el espacio, podía haberle pegado 3 dedos al palo del arquero y era gol, siendo que el arquero ya estaba tirado y atrás mío venía Felix Pereyra, que sabía bien que si me tiraba a la derecha me hacía penal porque estaba delante de él. No había forma que errara el gol, fue un segundo que se me pasó el ascenso, las cosas buenas con Unión, las cosas malas, todo lo que viví en el club”, manifestó.

“En el vestuario me dijeron 'Loco sos un hdp' el primero que me lo dijo fue Huguito Morales, que me dio el pase. Me dijo 'me dejaste mal a mi. Siendo sincero, si tengo que volver a hacerlo lo hago, lo vuelvo a hacer”. Y ese error le costó caro. “Lanús me hizo ver que esas cosas no se hacían y realmente de ahí en adelante, no es que no la pasé bien, sino que me costó el doble de demostrar, de jugar, de convertir, pero lo seguía haciendo”.

AGUSTÍN, SU HIJO NO VIDENTE AMANTE DEL FÚTBOL

El Loco tiene dos hijos, Antonella y Agustín. “Antonella nació en el ‘96, cuando ascendimos con Unión. Toda la fiesta que se vivió en Unión, lo vivió en la panza de la mamá. Ya de nacimiento salió Tatengue. Hasta el día de hoy hablamos o me comenta, porque soy sincero pero ahí no miro información de Santa Fe, y me dice lo que está pasando en Unió”.

El más pequeño también adquirió la pasión por el fútbol y despunta el vicio con en Los Búhos, equipo santafesino de fútbol para ciegos que participa de la Liga Nacional. “Agustín me emociona mucho, lástima que me salió defensor”, manifestó José Luis.

“Su nacimiento no nos golpeó, sino que nos mostró como padres el esfuerzo que teníamos que hacer, el nuevo desafío que teníamos en nuestra vida, aparte de Antonella, hasta el día de hoy lo hacemos y lo vamos a seguir haciendo de por vida”, reconoció el exdelantero. Agustín también es muy hincha de Patronato y lo sigue en cada partido de local acompañado de la compañía que él elija. Hasta tuvo la oportunidad de participar en un entrenamiento del plantel profesional en la era Sciaqua.

“Recuerdo mucho ese entrenamiento porque me pedía mucho para ir. Hablé con Gustavo Nepote, que era el entrenador de arqueros en el CT de Sciaqua, y pudo disfrutar ese momento, que lo pasó muy bien”, recordó de ese momento que Agustín tuvo la oportunidad de patearle un penal a Nepote, tal como lo hiciera su padre en tantas oportunidades en el profesionalismo.

ACTUALIDAD

Fuera del fútbol José Luis Marzo se dedica a la distribución de harina. “Estoy trabajando con mi cuñado que tiene una pequeña empresa de reparto de harinas. Vamos a Ramírez a buscar la harina y la repartimos en Paraná, a veces en Santa Fe o en el interior de la provincia”, contó.

Y por otro lado la pandemia le detuvo su proyecto de conducir técnicamente a Atlético Hernandarias. “Fui jugador hace 6 años cuando Gustavo Escobue me llamó para ir a jugar, en ese entonces no quería, y me dijo que quería que vaya a jugar pero también ser su ayudante de campo dentro del campo de juego. Me gustó la idea porque ya había dirigido con él en Paraná, yo en sub 20 y el en primera. Me arriesgué, pero no me fue muy bien, clasificamos, hice pocos goles. Igualmente conocí lo que era la liga, conocí a la gente y la verdad que me adapté rápido”, señaló.

“A principios de este año surgió la posibilidad de ir a dirigir a Atlético Hernandarias y cuando empezamos hablamos con el profe, Martín Islas con quien había jugado en esa época, también está como ayudante de campo. Hicimos una muy buena pretemporada pero lamentablemente cuando iba a empezar el torneo se cortó todo y estamos esperando aunque sea para reanudar los entrenamientos para hacer un buen plan para el año que viene”, reconoció.

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