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"Fui, soy y seré de Echagüe"

Leo Ruiz Moreno, la eterna zurda mágica que dio el básquet paranaense

Radicado en el sur del país repasó los años de una gran carrera internacional. Anécdotas de Atenas, Pico, Libertad, la exquisita selección de Entre Ríos 2002 y su breve pero emocionante paso con la celeste y blanca.

Leopoldo Ruiz Moreno sigue ligado al deporte de la pelota naranja como Coordinador del Club Cipolletti en las ramas femenina y masculina. Es su cable a tierra y la forma de continuar su gran carrera basquetbolística que lo tuvo como referente en equipos de la Liga Nacional y también en Brasil e Italia. Además repasó su historia desde Echagüe, su amor por Talleres y su perspectiva del mundo básquet.

“Sigo ligado y voy a seguir siempre ligado al básquet porque esto va más allá de la actividad y el deporte en sí. Encierra muchas otras cosas como amigos, sentimientos, familia, viajes, alegrías, tristezas, compañerismo”, destacó Leopoldo que se retiró de la práctica activa hace más de 7 años vistiendo la camiseta del Club del Progreso.

“El básquet para mi es mi vida misma si bien hace mucho tiempo dejé de jugar, pero sigo estando ligado de una u otra forma. Más que en mi familia se respira básquet y el primer regalo fue un chupete y una pelota de básquet. Agradecido al básquet por lo que me dio, por lo que pude disfrutar, aprender y conocer”, añadió el ex Echagüe, Atenas de Córdoba, Independiente de General Pico, Libertad de Sunchales, entre otras instituciones.

SENTIMIENTO REPARTIDO EN TALLERES Y ECHAGÜE

Leo Ruiz Moreno es de la T. Fue su club de barrio, su lugar de encuentro y entretenimiento con amigos durante toda su infancia, más que su familia también está ligada a la institución de calle Feliciano e Irigoyen. Pero parte de su amor basquetbolistico está ligado con el Atlético Echagüe Club.

“Fui, soy y seré jugador de Echagüe, así lo siento. Pero pasé mucho tiempo en chico y tengo muchos amigos en el Club Talleres. Está dividido 50-50, pero a la hora de vestir la camiseta y de representar un equipo es Echagüe”, resaltó Leo. Con el Negro debutó en la Liga Nacional en la temporada 1990 y también estuVo en el TNA 91/92. Luego volvió para la temporada 07/08. Y hasta jugó en Talleres para disputar el torneo Dos Orillas.

“Por ahí estaba todo el día en el club Talleres, con los chicos jugando o haciendo algo. Y por ahí miraba la hora y decía me tengo que ir a entrenar a Echagüe”, recordó el exescolta . “El negro en el alma. No quiero sonar demagógico porque ya tomé la decisión hace mucho tiempo. Volví a echagüe, no te digo que tenía otras chances, pero yo quería volver y hubo una que otra oferta y dije ‘no, se terminó’. Yo prometí, juré que iba a terminar en Echagüe de la forma que sea y bueno lo logré, era algo que quería cumplir yo mismo”.

“Quería llevarlo para mi, recordar cuando era chico que agarraba mi mochila para ir a entrenar al club. Pasaron 30 años, desde los 5 a los 35 años. Digo quiero cerrar sintiendo eso, el negro, el azul y el naranja también”, manifestó Ruiz Moreno.

CAMPEÓN ARGENTINO 2002

Entre Ríos 2002 fue uno de los mejores selectivos de la historia del básquet provincial con jugadores de renombre con trayectoria en el país y con pasos importantes en la Selección Argentina. La gran camada conducida por Sebastían Svetliza se consagró campeón del Argentino de ese año y Leopoldo tuvo una encendida actuación. Ante Buenos Aires en la final, Ruiz Moreno anotó 40 puntos, cinco rebotes y cinco asistencias. “Con mi hermano bromeamos y nos preguntamos si eso no habrá sido un récord en un Argentino, y más en una final”, contó.

Dentro de un jugador de tantos goleadores, ya que entre ellos estaban Paolo Quinteros y Daniel Farabello, Leo fue la figura de ese encuentro, pero la victoria se dio por el trabajo en conjunto como destacó el paranaense. “Era un equipo con todas las letras, desde el 4 al 15. Cuando me dan el premio hago un gesto de abarcar a todo porque realmente el premio era para todo el equipo. Funcionamos de buena manera los 7 partidos y para desgracia de los rivales no tuvimos altibajos creo que en ningún partido. Jugamos fino todo el tiempo”, destacó”.

Asimismo, Leopoldo destacó la labor del cuerpo técnico encabezado por Svetliza “que desde el primer momento puso química y buena onda dentro y fuera de la cancha”. Aunque también reconoció que haber tenido experiencias previas jugando en un mismo equipo sirvió para un buen desempeño del juego grupal.

“Hubo un secreto ya que en la media cancha con Daniel Farabello, Paolo y yo habíamos coincidido en Estudiantes de Olavarría. La sensación y disfrute del juego lo teníamos en el ADN. Obviamente nosotros acompañando al resto de los jugadores, o sea el juego interno siempre digo el trabajo que hizo de dejarnos solos siempre para un tiro o de tomar el rebote y darnos la pelota y vernos correr. Ellos tuvieron que relegar muchísimo su juego en pos, entre comilla, de nosotros tres. Eso fue muy loable y algo que hay que recalcar. Somos conscientes que los 3 absorbemos mucho juego pero porque el resto nos entendió, participó y nos hizo sentir cómodos”.

LIBERTAD DE SUNCHALES

Junto a Libertad consiguió la Liga Sudamericana en 2007 tras ganarle la serie a Franca de Brasil. Ruiz Moreno fue la figura determinante que le dio el título a falta de segundos en una definición muy ajustada. “Cuando uno juega en un buen equipo, con una muy buena organización y lo llevás a la cancha el resultado es que jugás bien y hay muchas chances de ganar y salir campeones como lo fue en este caso”, señaló el paranaense.

“Le dimos al club y a cada uno de nosotros la posibilidad de salir campeones Sudamericanos contra un equipo de Brasil muy poderoso. Las sensaciones son las mismas siempre. Orgullo, alegría y placer de coronar todo un año de trabajo saliendo campeón”, destacó el escolta.

DEPORTIVO ROCA

“El Club Social y Deportivo General Roca es mi segunda casa. Hace 10 años estoy instalado acá donde me trataron como un hijo más”, resaltó Leopoldo que llegó a la ciudad de la provincia de Río negro con tan solo 18 años, lo que significó la primera experiencia lejos de casa, a algo más de 1300 kilómetros. Actualmente vive allí junto a su familia. “Fue un pequeño paso para el hombre y un gran paso para mí. Me retiré acá y la verdad que fue y es una etapa maravillosa de mi vida”.

ATENAS E INDEPENDIENTE DE GENERAL PICO

Córdoba fue su casa durante la temporada 1995/96, en el auge de Atenas en la Liga Nacional y con renombre en Sudamérica. “En ese momento era como jugar en River o Boca. Era un equipo extraordinario tanto como personas y como jugadores. Me acuerdo que decían que era el Real Madrid de Sudamérica, y ese año el modelo de ropa del Real era Nike y era la primera vez que se bordaban los números y nombres. La camiseta era igual”, recordó.

De esos momentos recuerda que cuando le tocaba entrar al parqué se tomaba su tiempo. “Tenía una rutina de entrar 15 segundos más tarde al círculo central. Un par de veces me pasó que estaba Milanesio, Espil, Osella, Oberto y faltaba uno que era yo. Decía que me estaban esperando a mí y era la selección Argentina”, contó con gracia.

Pero fue un paso fugaz por el griego y recaló en Independiente de General Pico, La Pampa. “También era un equipazo”, destacó Leo. Junto a Independiente llegaron a la final de la Liga Nacional 1998/99, justamente ante Atenas. Y en el primer juego fue triunfo para los de La Pampa con un doble a dos segundos del final convertido por Leopoldo.

“En el armado de la jugada de Carlos Bualó yo no era la opción uno. Era más para un tiro del Chino Silveti o un poste bajo del Chapu, yo tenía que generar la opción, pero no el tiro. Y en un zoom del club hace poco le pidieron a Carlos que contara esa anécdota y dijo que fue como siempre, Leo hizo lo que se le cantó y la tiró’”, recordó de ese momento. Que también mantiene el recuerdo de su encuentro con Leonardo Palladino en ese encuentro.

“Hasta el año anterior jugábamos juntos y al día siguiente me dice 'hiciste el mismo tiro que hacías en la práctica'. Lo que trabajamos en práctica se dio en esa final”, contó.

En el 2019 decidió encarar un nuevo proyecto académico y comenzó a cursar la diplomatura en gerenciamiento y Profesionalización Deportiva en la Universidad Siglo 21 de Córdoba. Fueron 8 meses y una vez por mes debía viajar desde su hogar a Córdoba. Y las casualidades de la vida, y de la vida social otorgada por el básquet se reencontró con viejos colegas compañeros de equipo en Atenas.

“Llegaba al Aeropuerto y bien enfrente estaba la facultad así que bajaba del avión e iba a cursar. Después con el correr de las clases me enteré que el Toro Palladino vivía a 4 cuadras. Al otro día me llamó y me dijo 'vos sos o te haces. Vení una vez por mes a cuatro cuadras de casa’. Y al otro viaje me fue a buscar a la facultad y comimos en su casa”, recordó.

“Al otro mes le escribió Fabricio Oberto, el jefe de la cátedra, contándole que uno de los profesores le dijo que estaba yo en la clase y después nos reencontramos. Y luego llamamos a Diego Osela, que tiene un complejo de cabañas en las Sierras y coordinamos para tener un desayuno en el Aeropuerto. Son esas vueltas de la vida y lo que deja el básquet”.

DE SELECCIÓN

Haber jugado en la Selección Nacional, aunque hayan sido sólo 7 partidos, es de la mejor experiencia para Leo. “Es un orgullo total con mayúscula. Y eso que lo viví poco tiempo, no me quiero imaginar una carrera con más tiempo con el himno, obteniendo títulos como lo han logrado los otros chicos. Se te pone la piel de gallina. Es tu país, es tu bandera, es algo muy emocionante y movilizador”, destacó el escolta.

Con la celeste y blanca anotó 71 puntos y participó del Sudamericano 1995 disputado en Uruguay donde la Argentina quedó en la segunda posición.

FAMILIA

Leopoldo recibió mensajes de cariño de su hermano Lisando y sus padres a quien por la cuarentena no puede ver hace casi un año. La última vez fue en diciembre de 2019 cuando vinieron a conocer a Leito, el hijo de Lisandro.

Sobre la relación con su hermano, actual jugador de Olimpia, contó que con el paso del tiempo fue cambiando. “Yo me voy cuando Lisandro tenía 2 años y vuelvo a casa después de 15 años. Antes al año lo veía 20 días, después pudimos jugar juntos y la relación fue de hermano menor, el benjamin o el malcriado como dicen mis viejos. Después el compañero de equipo y ahora siento que tengo esa relación de hermano amigo”, contó.

Hablamos todo el tiempo de muchas cosas. Igualmente la comunión que tenemos entre los hermanos, con Leandro y Ayelén también, soy un agradecido, la reconozco constantemente porque es fruto de mis padres, obviamente, que siempre inculcaron los hermanos. Y a la distancia también porque cada uno con sus cosas siempre lejos, pero la verdad que a uno lo emociona, lo moviliza mucho estas cosas por que se da cuenta como pasa el tiempo. Cada vez que se puede se disfruta y se está”, reconoció el paranaense de 48 años.

PROYECTOS A LARGO PLAZO

Los más de 20 años de experiencia en el básquet argentino y también en el exterior (Brasil e Italia) le hicieron comprender que para el devenir del deporte nacional es importante apostar a los procesos largos que permitan a una comunidad identificarse con tal o cual institución y así permitir fomentar la actividad y futuros deportistas.

“Para mi no es ideal que surjan esos equipos que la rompen una temporada y después desaparecen. Cuando uno habla de proyecto se refiere a proyectar a 10, 15 o 20 años. La cantera, la ciudad, todos identificados en busca de un objetivo conjunto pero que ayuda en la parte social y o en la parte económica. Para que la gente se sienta identificada con el club de la ciudad, que pueda abrir becas a chicos que sueñan con jugar en grande para que no tengan que irse tan lejos de la familia, por supuesto avalado y apoyado por una infraestructura que se sostiene”, recalcó.

“Sin la actividad principal el proyecto desaparece como un efecto dominó. No queda nada ni nadie, pero evidentemente en este país es así. No se si en otros países, pero evidentemente acá es difícil mantener ese tipo de proyecto porque el factor común siempre es el dinero que no hay y cuando aparece desaparece rápido”, manifestó el escolta.

Y recordó palabras de Miguel Cortijo, uno de los mejores bases de la historia argentina en la década del 80. “Él decía que el problema en este país, puntualmente en el deporte, es que hay muchos paracaidistas porque llevado a la proyección es gente que cae de la nada, lleva adelante un proyecto pero no tiene identificación o la idea de”, puntualizó.

“Es difícil tomar los parámetros para que el esponsor sea parte de la franquicia. Pero no, porque hay que hacerlo con la realidad que tenemos, no con lo que sería lo ideal. Hablando a grandes rasgos, lo que está haciendo Pepe Sánchez, que es mi amigo, en el Dow Center su intención es trasladar todo su conocimiento, sus contacto del exterior traerlos acá. La mitad de la gente dice que es imposible y la otra parte dice que le dé para adelante, invierte dinero, pero el dólar se dispara y no tiene como sostener la infraestructura”.

Y sus actuaciones importantes en partidos definitorios y con algo en juego le hicieron entender que los jugadores para tomar decisiones que marcan el partido parten desde la “confianza en uno mismo que viene de la mano del trabajo, el sacrificio, la repetición y el conocimiento,. Son cuatro adjetivos que no escapan a ningún deporte”, explicó.

“O sea uno genera esa confianza, la tiene en su ADN pero la alimenta con todo eso. Lo mío venía por ahí, no era que lo tomaba a la ligera y por ahí decía damela que hoy quiero vestirme de superman. No, había otra serie de cosas a tener en cuenta de porqué yo tomaba esa determinación o creía que la persona indicada iba a ser yo. Ojo, por ahí sale bien o sale mal. El truco pasa por la convicción y por la confianza en uno mismo”, manifestó Leopoldo.

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