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El Pelotazo con El Torito

Palladino: “No vi cuando le ganamos al Dream Team, ¿voy a ver la final con Yugoslavia?"

Uno de los mejores de la historia del básquet entrerriano. La media selfie con Jordan, su tremenda semi ante Alemania, el recuerdo de su padre y sus amores: Rocamora y Atenas. “Me preparé para no extrañar jugar al básquet”.

Leandro Palladino, alejado de las cancha hace más de 10 años, hizo un repaso sobre los momentos que marcaron su carrera en Atenas de Córdoba, la Generación Dorada de la Selección Argentina, el retiro, el encuentro con Michael Jordan y dio conceptos de la actualidad del básquet.

“El” partido despedida

En abril de 2009, Leandro Palladino le dijo adiós tempranamente a su carrera como basquetbolista. Con 32 años y varios de partidos en 3 países distintos y torneos con la Selección Argentina, el Toro de Concepción del Uruguay se retiró con la satisfacción de haber cumplido con su sueño.

“Creo que fue el partido y el premio más importante de mi carrera. A pesar de haber sido partícipe de la Generación Dorada, ser subcampeón del mundo, campeón en Argentina y Europa y otras cosas, fue sin dudas el partido más importante porque cerré el ciclo deportivo”.

“Tuve la suerte de estar en una camada que me hizo estar en buenos equipos y tener buenos contratos. Pero uno ve jugadores de básquet como los de la Generación Dorada y piensan que son todos millonarios pero no es así, esos son contados con la mano los que pueden estar bien el día que se retiren y están tranquilos por mucho tiempo”, manifestó Leandro

“Saber administrar e invertir lo que se ha ganado es parte de lo que queda de la vida para poder llevarla de la mejor forma, por supuesto que va en cada uno. Yo a pesar de la corta con la edad que me retiré por las lesiones, siempre estuve preparándome para que el día después no extrañe jugar al básquet, que es uno de los grandes problemas de los ex jugadores de cualquier deporte, yo me preparé para eso y lo que pude invertir lo supe administrar. Por supuesto que sigo haciendo cosas, trabajando para seguir produciendo para que todo el esfuerzo que uno hizo tratar de cuidarlo. No por el hecho de haber jugado en la Generación Dorada, muchos años de Selección y haber estado en muchos equipos de Europa, no somos millonarios”, reflexionó.

“También fue especial porque fue donde empecé, en Rocamora y con mi gente: amigos de chico, mi papá que hacía poco había fallecido y fue el que me llevó al club y cuando empecé a invitar a mis ex compañeros para jugar el partido hubo un 100% que dijeron que querían estar”, recordó. “Ese momento a mi me sirvió mucho por él premio a lo que uno hizo porque todos quisieron estar y porque fue el lugar donde empecé. Gracias a eso hoy no extraño jugar al básquet, que fue lo más importante en este retiro”, remarcó Palladino.

Junto a su padre, Enrique “Culebra” Palladino, pudo jugar y compartir equipo en los nocturnos del barrio. “Tenía 15 años y fue la única vez que pude estar porque no me querían poner por la edad”. “Si bien no tuve la oportunidad de verlo jugar, dicen que tenía un tiro de 4 metros bueno, tiraba a una mano y le decían la Culebra porque cuando penetraba era escurridizo”

Atenas, su casa

Atenas de Córdoba se convirtió en el primer equipo del profesionalismo para el Toro en 1994 y tuvo dos etapas. La primera hasta el 2000 y la otra en la temporada 2007-08. Allí formó grandes equipos con los que consiguió dos Ligas Nacional y dos Liga Sudamericana de Clubes ('97 y '98).

“Era un plantel donde eran todos profesionales y para mi era todo nuevo, era un trabajo para ellos y para mi empezar un sueño”, reconoció Palladino. “En su momento Pichi Campana era mi ídolo y de verlo en mi casa en Concepción a compartir vestuario era algo increíble. Es más no sólo en el vestuario, un tiempo después yo lo pasaba a buscar para ir a entrenar. Algo muy loco porque no entendía lo que pasaba”.

Uno de los que primero lo contuvo y lo cobijó fue Diego Osella. “Sin dudas que es un amigo y uno de los jugadores que me cobijó por el hecho de ser más joven y de afuera para que pueda llevarlo de la mejor forma posible. Me llevó para su lado y me ayudó muchísimo”, sostuvo.

“El mejor equipo de Liga Nacional creo que fue el del 97, sobre todo por la final que se dio en el Luna Park contra Boca que lo terminamos ganando 4-0. Pero vos te ponés a ver los titulares y los suplentes, que éramos todos los pibes, era un equipo sumamente largo, que creo que fue lo que le hizo tener éxito a ese Atenas. Con Pichi, Marcelo y Diego Osella, de los referentes de Córdoba y en esos partidos Fabricio Oberto la rompió•, señaló Palladino.

La selfie que no fue

El Toro fue uno de los integrantes del Atenas que comenzó a escribir la historia del básquet nacional en el exterior. En 1997, el conjunto cordobés participó del Open McDonald’s Championship en París que contó con equipos de distintas partes del planeta y con los Chicago Bulls de Michael Jordan. “Fue un torneo bisagra para el básquet argentino porque nosotros fuimos a un campeonato donde estaban los mejores equipos de europa y el campeón del mundo, el mejor Bulls de todos los tiempos”, remarcó.

“Íbamos a disfrutar del torneo, porque era un torneo que más allá que estaban esos equipos lo organizaba la NBA con todo lo que eso significa y fuimos a disfrutarlos y cuando acordamos estuvimos a 7 segundos de jugar la final contra Chicago, por un triple de Arturas Karnisova el alero del Olympiacos de Grecia”, recordó.

Y de esas jornadas previas es que obtuvo “una foto” con el mejor basquetbolista de todos los tiempos. “En su momento fue una emoción muy grande. Fue una cena de bienvenida al torneo, donde estaban todos los equipos entre ellos los Chicagos Bulls. Jordan estaba en una mesa con su gente íntima, era imposible llegarle por toda la seguridad que tenía. En un momento se levanta para ir al baño y es cuando aprovechamos todos para sacar una foto, tocarlo o lo que sea. Cuando todos fuimos hacia él, nos para seguridad y él sale del baño y nos ve que estamos medios desesperado y les dice a los seguridad que nos deje un poco para estar con él”.

“Todos querían una foto, como no había celulares en ese tiempo todos iban con las cámaras digitales. Y al que le toca le toca. Lamentablemente me tocó una foto rara”, manifestó Palladino al recordar ese recuerdo en donde él aparece muy contento y de Jordan se ve su oreja izquierda y un arito de oro. “Ese momento tuvo distintas secuencias y capaz en la foto de mis compañeros que están del otro lado salí yo”.

Selección Dorada

Palladino y la Selecciones nacionales comenzaron junto con su inicios en el profesionalismo. El primer paso fueron la Juvenil cuando fue convocado en la preselección que entrenaba en el Cenard. “Lo que más me acuerdo de esa época es que éramos 40 jugadores, una locura donde estábamos encerrados en el Cenard entre 30-40 días. Ahí es donde se empezó a crear las bases de lo que fue la Generación Dorada hasta el día de hoy con la nueva camada”, manifestó.

El entrenador jefe a cargo de esa Juvenil fue Guillermo Vecchio que “fue muy importante en los inicios donde a nosotros con 16, 17 y 18 años nos metió en la cabeza que tenemos que ser los mejores del mundo. Teníamos que jugarle de igual a igual a todos, no teníamos que ir a los torneos a cambiar pin o sacarnos fotos con Estados Unidos, teníamos que ir a jugarle y respetarlo. Seguro se lo ha dicho a muchas generaciones, pero esta camada entendió y fue para ese lado”, reconoció sobre la figura del reconocido entrenador.

Esos incipientes jóvenes pusieron al básquet argentino en lo más alto a nivel internacional y se ganaron el mote de Generación Dorada. Grupo de jugadores que ganaron distintos torneo, Juegos Olímpicos, Sudamericanos, entre otros. Uno de los de mayores relevancia fue el Mundial de Baloncesto en Indianápolis, Estados Unidos en 2002. En el repaso fotográfico apareció una imagen especial junto a Luis Scola, Chapu Nocioni y

Gabriel Fernández. “Fue cuando le ganamos al Dream Team”, señaló con mucha normalidad.

Ese equipo estadounidense que contaba con Reggie Miller, Jermaine O'Neal, Michael Pirling, Paul Pierce, Mike Bibby, entre otros jugadores fueron abatidos por la Selección Argentina que pasó a la final de la cita ecumenica. “Lo importante es que ellos eran locales, en Indiana y el técnico era Popovich, no era un equipo con las megas estrellas pero eran muy buenos jugadores de NBA. Todo eso le dio un valor muy importante”.

“Sabíamos que iba a ser un partido difícil, ya habíamos enfrentado a equipos de EEUU en los preolímpicos en Puerto Rico de los cuales no nos había ido bien y sabíamos que se podía dar como esos partidos que estábamos bien el primer cuarto y en los otros nos sacaban 20 puntos de diferencia”, contó.

“Pero la clave de como entramos fue culpa de Rubén Magnano. Habitualmente nos daba una charla previa, que la tenemos siempre cuando da el equipo en el hotel, y empezó la charla como si íbamos a jugar un partido normal, para tratar de ganarlo con las tácticas y técnicas que teníamos que plantear. Nosotros nos empezamos a mirar como diciendo está jodiendo y el tipo seguía, en un momento ese mensaje nos llegó y fue como una inyección anímica. Camino a la cancha en el colectivo, siempre nos caracterizamos por ir cantando haciendo ruido, y ahí se demostró que íbamos metidos porque estábamos tranquilo. Eso es lo que nos generó Magnano”, reconoció el Toro que no ha visto nunca más el partido entero, pero sí resúmenes.

Pero tras la algarabía de haber triunfado sobre el mejor equipo del mundo, les llegó la amargura con la final perdida injustamente ante Yugoslavia. “No vi el partido que le ganamos a Estados Unidos, menos voy a ver uno que perdimos”, manifestó Leandro.

“Nunca lo vi porque terminé muy caliente por como se había dado y es más, no vi los minutos finales hasta 5 años después. No quería porque estaba como frustrado, angustiado por toda la situación. Obviamente después lo vi y uno con el tiempo analiza la situación con otra cabeza”, acotó.

“No fue un factor de los árbitros, sino que nosotros también pecamos de jóvenes e inmaduro contra la experiencia de Yugoslavia. Si nosotros a la pelota, faltando un minuto 30 llevábamos 7-8 puntos de diferencia, si la controlabámos un poco mejor lo ganabamos, pecamos en eso. Jugamos contra un gran equipo que tenía 8 jugadores de NBA y eso fue lo que nos costó”, reconoció el exescolta de la Selección.

La mano de Manu

Emanuel Ginóbili es uno de los monstruos con los que compartió Generación Dorada Leandro, un vínculo que se dio en la Selección pero también durante su estadía en Italia, donde el 5 de la Argentina le dio una gran mano en una de sus lesiones. “Cuando me rompí los ligamentos cruzados en Nápoles, decido operarme y el club me dio la opción para que eligiera el médico y una opción era uno que estaba en Bolonia, no en el equipo de Manu, sino en la contra, el Fortitudo Bologna”.

“Me operé ahí y tenía que ir a los controles una vez por mes o una semana, e iba a parar en la casas de Manu, así fue durante todo el proceso de recuperación. Todos hablan de Manu como jugador, pero como persona y compañero tiene otra cosa que por ahí no se ven y uno quieres contarla para resaltar eso. Siempre fue un buen jugador, caritativo y cuando uno le ha solicitado una mano él la da”, manifestó.

El Toro reconoció que la calidad basquetbolistica de Manu ya se veía desde sus inicios en el deporte. “El último año que estuvo en Bahía, uno ya le veía a esa edad 30 puntos, después se va al Regio Calabria y no había mucha información, pero tuvo un año muy bueno. Yo después voy al Regio Calabria y ahí me doy cuenta lo que había hecho Manu ese año”.

“La verdad que era una cosa increíble, física y atléticamente es algo que muy pocas veces vi, por que robaba, volcaba.Era como que le quedaba chico y hacía 2 años que estaba en Italia. Y teniendo grandes jugadores en los equipos el estuvo siempre desde atrás hasta que se ganó su lugar y ahí uno se da cuenta que es una cosa de mucha importancia. Después estando en la Selección, con quien compartía puesto, lo sufría todos los días en los entrenamientos, sobre todo en la defensa. Era buen defensor pero me era difícil, creo que eso me hizo mejorar y a él también. Ahí se pudo ver que era distinto”, reconoció.

Entre Ríos

Pese a haber debutado profesionalmente en el conjunto cordobés, Leandro nunca olvidó sus raíces entrerrianas y cada vez que lo convocaban al seleccionado, dejaba todo y se convertía en un panza verde más. “Yo disfrutaba mucho jugar los Argentinos,. Soy muy de lo mío, muy de Concepción, muy de lo entrerriano y cada vez que podía defender los colores que sea lo hacía con gusto porque me encantaba”, señaló Palladino.

"Cuando me tocaba estar en la Selección de Entre Ríos, muchos de los chicos habían jugado en contra o juntos en etapa de juveniles y cadetes, y era lindo volver a encontrar esos amigos o compañeros. Es más cuando salimos subcampeones en Rosario, yo estaba jugando en Italia y vine a jugar con el seleccionado”, mencionó.

Y agregó: “Me gustaba decir mucho que soy de Entre Ríos sinceramente, como cuando lo hice con Concepción. O como cuando estaba en cualquier parte del mundo, decía un saludo para mi Concepción porque es lo que me gusta hacer, lo que quiero mostrar y lo que quiero defender”.

Campus, representación y peña virtual

Si bien no extraña el básquet, Leandro Palladino sigue ligado al deporte que tanto le apasiona por medio de su Campus “Toro Palladino” y con la representación de jugadores. Consultado sobre la “futbolización” del básquet, el entrerriano reconoció que muchos padres se ponen muy exigentes con chicos que recién dan sus primeros pasos.

“Lo noto con los jóvenes de 14 o 15 años, donde los padres se ponen en sólo querer ganar, discuten decisiones de los árbitros. No tanto como a nivel del fútbol pero es una tendencia que es fea lamentablemente”, consideró.

“Me pasa a mi. Cuando empecé con la representación de jugadores quería guiarlos por un buen camino o buscarle la mejor opción de desarrollo deportivo. que fue un poco lo que me dio el básquet, no digo que es lo mejor pero es lo que me dio resultado y muchos chicos al principio lo entienden pero después quieren saltar etapas, quieren ganar dinero ya”, dijo.

Asimismo, reconoció: “La verdad que es una situación compleja para lo personal porque uno quiere decirle que no miren el árbol, que miren el bosque que a la larga si las cosas se van por ese camino se van a chocar y uno tiene que encontrarse con eso y con padres que quieren llevar a ganar plata a los chicos. Es parte de eso y uno hace lo que puede, el que quiere entender, entiende, sino después cada uno es responsable de sus decisiones”.

Y en época de pandemia, el Toro incursionó en redes sociales. “Tenemos una peña los viernes por instagram con Lucas Victoriano con el cual hacemos vivos para reirnos un rato hablando un poco, poniendo música, a veces estamos como 4 o 5 horas conectados”, contó.

De lo que le sorprendió es que hay muchas personas que pueden conocerlo a él, pero no conocen a otros basquetbolistas que han hecho historia como el caso de Nocioni. “A veces se suma gente que no es del palo y por ejemplo hay oportunidades que se suman otros compañero como Chapu, Gutiérrez u otro y por ahí el músico que está tocando no lo conoce. Es algo muy loco, que tal vez si fuese futbolista capaz lo conoce más que a Nocioni que jugó en muchos clubes, en la NBA, en NBA, en Europa, en la Selección “, reconoció con gracia.

Recuerdos

“Tengo la medalla de Indianápolis, cuando retiraron la camiseta de Rocamora, la de Atenas y una cuando me retiré. En el básquet no es tanto el cambio de camisetas como en el fútbol, pero bueno uno siempre trata de recatar algún recuerdo de sus amigos o compañeros. Igual soy más de tener mis camisetas de donde he estado. A esas cosas las tiene mi vieja en Concepción junto con medallas, trofeos y otras cosas de donde he jugado” señaló.

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