
Una institución del referato del básquet en Paraná y en la provincia de Entre Ríos, y referente a nivel nacional. Una vida completamente ligada a impartir justicia en el deporte de la pelota naranja que a sus 90 años recuerda con mucha pasión.
“Muchos me han preguntado cómo hice para llegar a esta edad y siempre le respondo que lo hice cuidándome, sin fumar, sin tomar alcohol. Y gracias a Dios hoy puedo disfrutar de la familia y de ir los domingos a la cancha a ver a Patronato”, destacó Coco.
Con tan solo 15 años empezó su travesía impartiendo justicia en inferiores. “En esa época los clubes tenían que mandar dos árbitros por división y don Francisco de Palo me designó con Arrúa y después a Roberto Benvenuto para arbitrar y ahí empecé. Y a los 17 años ya estaba dirigiendo en Primera División”, recordó.
Su carrera transcurrió por la liga paranaense, competencias nacionales e internacionales hasta su retiro a los 79 años de edad en un campeonato Sudamericano de Maxi Basquet en Lima, Perú. “La última vez que estuve en Lima fue cuando aprobé para ser juez internacional en 1972 y cerrar mi carrera en ese campeonato estuvo muy lindo”.
“El arbitraje es algo muy importante en mi vida. Me gustó todo lo que viví en mi carrera y no me arrepiento de nada. Hice muchos amigos por el mundo, he viajado por casi toda Europa, Sudamérica, Estados Unidos gracias al básquet. La amistad del deporte es sana”, destacó el experimentado referee.
Entre los eventos más destacados de su carrera, recordó y resaltó el encuentro entre Estados Unidos y Rusia en la final +70 del mundial de Maxibásquet en República Checa. “Había ex NBA, olímpicos y grandes jugadores. Ganó Estados Unidos por 4 puntos y al terminar el partido nos abrazamos entre todos. Yo me preguntaba cómo puede ser porque siempre fueron rivales en todo, sin embargo el Maxibásquet los juntó”.
Hacía lo que le gustaba siendo árbitro de básquet, pero además tuvo su etapa universitaria y luego fue empleado público durante 55 años. Hubo una época que mezcló las tres actividades, donde priorizó el empleo y el estudio. “En el Ministerio trabajaba de 6 a 13, me acostaba un rato y después me tomaba una lancha hacia Santa Fe para ir a la Universidad Tecnológica. No tenía mucho tiempo para entrenar por eso no me fue tan bien como deportista”.
Coco tuvo sus primeros pasos deportivos con el fútbol. El que le inculcó la disciplina fue el padre Lavini de la Iglesia Santa Ana de Viale, ciudad lindera al pueblo que nació. “El cura se levantaba la sotana y se ponía a jugar con nosotros. Básicamente él nos enseñó. Y cuando me vine a vivir a Paraná, a los 12 años, mi casa estaba por calle Sudamérica y Churruarin, estaba cerca de la Iglesia Santa Teresita y el padre Yaco nos hacía jugar después de la doctrina. Desde ahí ya nos quedamos en Patronato”, recordó el ex marcador de punta. Con Patrón salió campeón de su división en 1957 y 1960.
Además de ser un referente del referato, Coco Giorgio fue uno de los impulsores y hacedores de la primera cancha de básquet del Club Atlético Patronato de la Juventud Católica. “Todos juntos construimos en calle Churruarín y Esteban Rams en el año 1950. Antes había una cancha de bochas y decidimos construir la de básquet en ese mismo lugar”.
EL ROL DEL ÁRBITRO Y EL PRESENTE DEL DEPORTE
“Cuando yo dirigía había mucho respeto por el árbitro. Antes la gente, por ejemplo en Recreativo la hinchada estaba al borde de la cancha, no había problemas y se respetaba mucho el fallo de los jueces. Y es más, no había reglamento, yo aprendía de ir a ver a los buenos árbitros como José Fiores de Hindú, El Mago Regueira de Ciclista, Múñoz de Quique, que eran ejemplo para muchos”, sostuvo.
Y reconoció sobre el presente del deporte: “Hoy se ven muchos actos de violencia porque la sociedad está más violenta y lo vemos mucho tanto en básquet como en fútbol, con gente joven. Es algo que no puede estar sucediendo. Durante mi carrera una sola vez sufrí un acto de ese estilo que me golpearon por la espalda dirigiendo un partido entre Olimpia y Quique por la Liga B. Fui a separar a unos jugadores extranjeros y vino alguien de atrás y me pegaron una piña que me voló el diente”.
LOS MÁS IMPORTANTES
Coco tuvo dos hijos, Marcelo y Gisela que hoy representan su apoyo incondicional y sus mayores tesoros. “Ellos eran adolescentes cuando murió Ninina, su madre y por mi laburo ellos tuvieron que vivir solos mucho tiempo. Yo viajaba por el mundo con el básquet y ellos siempre se la bancaron. Estudiaron y ahora trabajan. Para mi son un gran ejemplo por eso no puedo pedir más nada”, reconoció.