
Matías viene de un largo legado vinculado al verde crespense y en su primera experiencia como entrenador oficial llevó al equipo a conseguir la primera estrella en la Liga de Fútbol de Paraná Campaña. Además se dio el lujo de dirigir a su amigo y futbolista de élite, Sebastián Prediger. Unión es su segunda casa, legado heredado por su abuelo y que hoy disfrutan también sus hijos. Un futbolista que también fue rugbier y atleta.
Tras el triunfo en la final de vuelta por 1-0 a Cañadita Central, Unión de Crespo escribió la página más importante de su historia y tras 9 temporadas se consagró por primera vez en la Liga de Fútbol de Paraná Campaña. El título llegó de la mano de un entrenador de la casa, Matías Zapata que proviene de una familia de sangre verde.
Para el DT la clave de la coronación de Unión de Crespo fue la unión y el trabajo diario del grupo. “Son 24 chicos que desde inicio de la temporada trabajaron hasta el final. Al ser fútbol amateur muchos de ellos laburaban, tenían que viajar y asì y todo más del 80% de ellos estuvieron siempre. Estaban fuera de los 18 convocados y seguían yendo”.
“El factor humano fue lo mejor que tuvo el equipo que a su vez fortaleció la competencia interna”, señaló Matias.
Este título, el primero en el Paraná Campaña, le permite al verde jugar el próximo Torneo Regional Federal Amateur. “La idea es afrontarlo ya que desde un inicio nuestra idea fue armar un proyecto para hacer crecer al club y haber salido campeón en nuestra primera temporada es una buena señal”, sostuvo el entrenador.
La historia de Matías Zapata con el club comienza prácticamente desde la cuna. Modesto Jesús Zapata, su abuelo, fue uno de los impulsores de la institución, fue jugador y presidente. Ese recorrido deportivo y dirigencial también lo hicieron el padre de Matías y sus tíos.
“Hemos pasado todos por el club y ahora está la nueva generación con nuestros hijos. Todos tenemos tres hijos y la mayoría varones por lo que tenemos uno en cada categoría”, comentó el ex delantero.
Empezó a patear la pelota a los 4 años y su debut en primera división del club fue a los 16 años, luego empezó su derrotero por clubes importantes de la provincia y del fútbol argentino.
“De ahí tuve un pequeño paso por Unión de Santa Fe que me llevó Cerutti a mi y a otros más que estábamos en un seleccionado de la Liga. Estaba Kudelka de entrenador de mi categoría e hicimos la pretemporada y cuando estaba por arrancar el torneo me volví a Crespo y me puse a estudiar Ciencias Económicas”, recordó.
Luego retomó el fútbol en el Tatengue y a los años pasó a Patronato. “Estuve desde el 2000 al 2005 y la Vieja Reynoso era el entrenador. Ese mismo equipo fue el que ascendió en el 2008”.
Reynoso era amigo de Ramón Díaz y por medio de él fue que Matías tuvo la oportunidad de probar suerte en River Plate. “En ese equipo estaban D’Alessandro, Cavenaghi, Yepes, Saravia y al tiempo salieron campeones”, contó. En ese tiempo Zapata también fue a probarse en equipos mexicanos. “No se dieron las cosas y a los dos meses me volví. Pasó que tenía que esperar a junio que se abra el draft y recién era diciembre por lo que tuve que pasar las fiestas en México y no estuvo bueno, no me gustó”.
EL ENTRENADOR
Tras años de intentar ser futbolista profesional, la realidad le hizo dar un giro total a sus sueños. “Ese momento de decir no voy a ser futbolista fue cuando me enteré que iba a ser padre. Ahí me volví a mi casa a trabajar y a seguir estudiando para contador”, sostuvo Matías.
El exdelantero aseguró que la decisión fue suya viendo que le sería muy complicado vivir del fútbol como jugador. “Tenés que ser consciente si te da o no. A mi claramente no me dio, mis compañeros o con los que compartí grupo con el tiempo terminaron jugando en primera, así y todo no me arrepiento de la decisión”.
Sus primeros pasos ordenando desde el banco de suplentes fue como ayudante de su amigo Walter Fritz. “Si bien jugaba rugby estaba en la subcomisión de fútbol. Hubo una época donde los resultados no acompañaban y había que buscar un entrenador. Lo llamé a Walter y me dijo que sí pero si yo lo ayudaba. Ahí dejé el rugby y volví al fútbol”.
Asimismo, Matías reconoció que su apoyo a la institución sirope fue continuo. “Colaboraba en las distintas categorías menores y donde el club me necesitara. Yo ayudo porque soy así y el fútbol me apasiona. Como así también me apasiona la parte técnica”.
Su presente lo encuentra como entrenador campeón, pero además sigue desarrollando su actividad profesional como contador y al mismo tiempo continúa haciendo a distancia el curso de director técnico.
La temporada que pasó fue la primera experiencia como entrenador principal del equipo y no fue una primera vez para nada sencilla ya que le tocó dirigir a un experimentado futbolista de renombre nacional e internacional como el crespense Sebastiàn Prediger.
“Tengo una gran amistad con Seba y cada tanto le decía que tenía que venir a jugar al club. No solo como jugador, sino para reencontrarse con su gente porque es muy respetado. El día que tomó la decisión me llamó y me dijo que venía pero lo tenía que dirigir yo. No me dio muchas opciones”, señaló.
“Está bueno porque es un amigo, pero sin duda te da un poco de miedo hacerle una corrección, pero todo lo contrario porque nos obligó a que lo corrijamos. No faltó a los entrenamientos, está siempre contento, positivo, aporta mucho de lo que sabe al grupo de laburo. Sebastián es un fenómeno”, reconoció Matías.
El regreso de Prediger a Unión de Crespo dio a entender que el futbolista se retiraba de la actividad, situación que para Matías no es así. “No es ex jugador porque muchas veces he hablado con él y me ha dicho que tuvo muchas ofertas de primera y no se quiso ir”, manifestó
MULTIDEPORTES
Como jugador Matías se caracterizó por ser muy rápido, cualidad que adquirió desde chico cuando hacía simultáneamente fútbol y atletismo.
“El atletismo siempre fue un complemente que me gustó mucho. Mientras podía lo trabajaba con Anibal Lanz que era un entrenador en Crespo”, contó.
Y ya de grande decidió dejar el fútbol por completo tras sufrir la fractura de la tibia. “Después de rehabilitarme volví a jugar en Sarmiento un torneo y como no quería saber más nada del fútbol me fui a jugar rugby”.
“En realidad me gustan todos los deportes y ya había practicado rugby. Fui a un torneo, se lesionó uno y me metieron al equipo de Seven. Ahí jugué para el seleccionado B de la provincia. Eso me enganchó y lo jugué por 10 años”, contó Zapata.
LA FAMILIA
La pasión por los colores y el club fue heredada de su abuelo, Modesto Zapata. Pero no fue el único legado que le dejó, sino también fue el promotor de una familia multitudinaria muy unida y de valores. “El jefe de la tribu, el que nos unió a todos por eso estoy eternamente agradecido a él. Nos transmitió y nos dejó muchas cosas buenas como ser familieros, con buenos valores”, sostuvo
Además recordó una de las tantas anécdotas que guarda. “En la familia casi todos éramos delanteros y cada vez que hacíamos un gol él nos pagaba por tanto”.
Otro de los pilares de su vida son sus hermanos “los que siempre me han apoyado y están en todas. Solo tengo palabras de amor para ellos”.
Y desde hace unos años formó su familia con Mariela con quien tiene 3 hijos. “Sin dudas son mi mayor logro. Gracias a ellos puedo hacer lo que a mi me gusta, entiendo que no es una locura pero es la pasión de cada uno y ellos me acompañan”
“Mis sábados son una locura porque también juegan al hockey, al tenis, al fútbol, al rugby y los veo a todos. Es una pasión que tenemos por el deporte”.