"Gallego" Fernández, el combatiente que lleva a Malvinas en la piel y a Patronato como una pasión

Fue a la gesta con 21 años. Vivió momentos terribles, hizo amistades que aún mantiene y también perdió en combate a varios amigos. Un reconocimiento como Veterano le permitió hacerse hincha y socio del Negro. Estudia para ser DT.

Fernández es uno de los cientos de entrerrianos que estuvo en batalla en las Islas Malvinas en 1982. Con 21 años la gesta bélica lo dejó marcado a fuego. Allí vivió momentos terribles, hizo amistades que aún mantiene y también perdió en combate a varios amigos. Un reconocimiento como combatiente en la guerra le permitió hacerse hincha y socio de Patronato, siendo hoy uno de los que dice siempre presente en el Grella. Estudia para ser director técnico y sueña con ser el segundo veterano de guerra en dirigir en primera división.

Patronato en la vida de José “Gallego” Fernández es un sentimiento y su cable a tierra. Su historia con el rojinegro es muy particular. Nació en la década del 60 y se crío en su casa a pocas cuadras del club pero no fue hasta 2021 que comenzó a seguir al Patrón tras una promesa.

“En época de pandemia me llama la responsable de prensa del club (Gimena Gaitán) para invitarme a un partido que me iba a hacer un homenaje era cercano al 2 de abril. Era yo y Ramos, un exjugador del club y veterano de Malvinas con la Fuerza Aérea. Fue un partido contra Aldosivi y recibimos de regalo camiseta de Patronato y de Aldosivi”, recordó el Gallego.

Y luego, en medio del partido que el Patrón lo tenía muy difícil, a modo de cambiar el resultado Fernández le comentó a Ramos ‘voy a hacer una promesa, si Patronato gana me hago socio y lo voy a seguir’. Y se lo comenté al José “Bicho” Gómez, que lo conocía hace tiempo y me preguntó si estaba seguro y le dije que si. Y Patronato ganó 2 a 1, de ahí fui y saqué el carnet”.

Antes de eso, reconoció que no se integraba o no se sentía identificado con el club. Sin embargo con el tiempo el rojinegro comenzó a ganar lugar en el corazón del Gallego. “Lo sigo donde puedo, he ido a Buenos Aires en primera y ahora en el Nacional. Hasta nos armamos un grupo de hinchas donde nos juntamos, comemos asados y demás”.

Al respecto del momento irregular que atraviesa el equipo en la Primera Nacional, José sentenció: “Es un momento de tristeza y preocupación No quiero decir que es preocupante, pero si es un llamado de atención. Uno quiere que el equipo salga adelante para que volvamos a ser lo que fuimos. Ser campeones en la Copa Argentina no es algo que se vaya a borrar, pero hay que tener más fe para que las cosas se den y se que van a llegar”, aseguró.

El fútbol también es una pasión que lo ha llevado a querer estar en la cancha y para eso inició, y está haciendo, el curso de director técnico. “Me gusta el equipo, pero no puedo hablar mal de nadie porque es una promesa. Estoy en el segundo año y Marcelo Fuentes me dijo en un momento que no se puede hablar mal de los colegas”, contó José que si bien hasta ahora puede dirigir infantiles hasta juveniles su sueño sería dirigir en primera división.

“El primer entrenador de primera división veterano de guerra es Omar de Felipe, yo quiero ser el segundo”, sostuvo.

COMBATIENTE EN LA GUERRA DE MALVINAS

Con tan solo 16 años, Fernández tomó la decisión de convertirse en militar y entró a la Escuela de Suboficiales del Ejército Sargento Cabral en Buenos Aires. “Mi viejos no querían saber nada y yo estaba medio rebelde así que agarré mis cosas y me fui”, recordó.

Su destino estuvo en el Regimiento Nº 7 de La Plata. Ya llevaba 6 años formándose como militar cuando estalló la guerra en Malvinas. “El 2 de abril de 1928 llega la sorpresa, por lo que decían los informativos, que habíamos tomado las Malvinas. Y estaba en un listado para ir el 5 de abril con el Regimiento Nº3 de La Tablada donde nos armamos y nos preparamos para salir para las islas pero por una contra orden nos dijeron que salgamos desde La Plata. De ahí fuimos a Río Gallegos y el 14 de abril pisamos las islas”.

“En ese entonces no sabíamos nada de las Malvinas, solo que era suelo argentino pero no teníamos ni idea de cómo era el terreno, la vegetación o con qué nos íbamos a encontrar ahí”, sostuvo José uno delos tantos soldados que pisó suelo malvinense con tan solo 21 años y él al menos con algo de conocimiento militar.

Su puesto en combate estuvo asignado en el Monte Longdon con un cañón sin retroceso de 105 mm. “No tenía miedo porque no sabía con qué me iba a encontrar o a dónde iba, la verdad no pensaba en nada en ese momento. La noche que entramos en combate tenía la mente totalmente en blanco y no sabía lo que me iba a pasar. Con mis soldados tratamos de defender la posición e hicimos lo que pudimos”.

José reconoció que el ejército argentino se encontró con una gran inferioridad al momento de la guerra. “Estábamos mal alimentados, con frío. Yo volví con 50 kilos, cuando me fui pesaba más de 70 kilos. Tuve principio de pie de trinchera que es el pie congelado. Y me llevó tiempo adaptarme a todo nuevamente porque los médicos me dijeron que tenía que empezara comer de a poco, no podía comer casi nada”.

Después de vivir tan traumática situación, le hizo comprender y valorar las pequeñas cosas de la vida. “Cuando estaba allá miraba a mi alrededor y no tenía nada y me preguntaba cómo no valoraba esas cosas cuando estaba en mi casa. Extrañaba la cama abrigada, la comida caliente, que mi vieja me planchara la pilcha. Qué se yo, una comida de la vieja que es calentita, linda, rica y ahora cuando uno está acá no sabe valorarlo. Todo eso me hizo cambiar la mentalidad y disfruto más las cosas”, reconoció.

El Gallegó volvió desnutrido y agotado, pero su mayor dolor fue haber perdido compañeros y amigos en las islas. “Gente con la que me crié en el cuartel”, comentó.

“En el Monte Longdon sucedió la batalla más cruel y donde hubo más bajas argentinas. Creo que si esa noche resistíamos un poco más, los ingleses no tomaban esa parte. Era todo al tun tun porque no teníamos información, era ver el destello del arma que tiraba y disparar ahí, o más o menos a ese lado”.

“Yo y los otros 2 soldados que estábamos con el cañón no llegamos a esa posición y nos tuvimos que atrincherar con los fusiles. A las 4 de la mañana no pudimos más. En otra posición más arriba si estuvieron más en combate y ahí estuvieron 4 compañeros que son de La Plata y los sigo viendo cada tanto. Ellos fueron heridos en combate y recibieron la Cruz al Heroico Valor en Combate”, contó Fernández.

Tras resistir lo que más pudieron, la tropa argentina se reagrupó en Puerto Argentino a la espera de nuevas órdenes. “Ahí le preguntamos a un teniente cómo íbamos a contraatacar si no podíamos resistir y para ese entonces ya habían tomado todas las zonas altas y nos contestaron para eso estamos acá. Cuando estábamos listos para salir vino la contra orden de quedarnos en el pueblo. Los fuegos de artillería estaban cada vez más cerca”, contó.

El ejército inglés llegó hasta su posición y los obligaron a rendirse. Así lo despojaron de sus armas “que las rompimos y tiramos al mar” y los dejaron en un tinglado que funcionaba como gimnasio.

“Estábamos todos con hambre, algunos no comían hacía dos días. En un momento le digo a uno de mis soldados me voy y me escapé. Cerca había un montón de containers argentinos llenos de comida como dulces, quesos, cigarrillos, corned beef y de todo. Entonces llevé al tinglado y empecé a repartir”. Un par de días más tarde volvió al continente.

La mala estrategía argentina y la falta de logística hicieron que sucedieran este tipo de hechos a lo largo de toda la contienda. “Era una locura. En nuestra posición yo le decía a un soldado que todas las mañanas tenía que salir a buscar comida, que robara. Entonces salía con una bolsa arpillera y volvía a la noche con algo de comer que lo usábamos nosotros y si venía alguien a pedir le convidábamos”.

Pese a hacer todo lo que pudo, Gallego Fernandez sostiene que tiene una materia pendiente en su vida. “A mis compañeros les digo que ellos son mis héroes porque fueron heridos y siguieron combatiendo. Ellos dicen que estoy equivocado porque yo hice lo que pude. Me hubiese gustado estar con ellos y vivir esa situación”.

Tras haber sido parte de la contienda bélica y después de tantos años, Fernández mantiene el odio a los ingleses y también a los chilenos, por el rol que jugaron contra la Argentina. “Todos me dicen vos guardás rencor. Y sí, yo contra los ingleses que los odio, a los chilenos lamentablemente los odio. Los chilenos dicen que nosotros perdimos la guerra porque tuvimos miedo, mentira porque ellos nos entregaron a nosotros, le pasaron toda la información a los ingleses”.

Desde la contienda no ha vuelto a pisar suelo malvinense y si tuviese la oportunidad volvería a ir. “Si puedo voy, es una materia pendiente que me queda. Me gustaría ir a donde estuve combatiendo y recorrería las tumbas de mis amigos que cayeron en las islas”.

TRANSMITIR LA HISTORIA

“No me gusta hablar de mi historia. Si me preguntan por ahí mis hijos les cuento cómo fueron las cosas, pero más se enteraron cuando nos reunimos con mis compañeros de La Plata para festejar mi cumpleaños que vinieron de visita y en el día que pasamos juntos le contaron muchas cosas a ellos”, sostuvo.

Para mantener viva esa historia, el Gallego decidió dejar impreso en su piel las Islas Malvinas y la fecha del combate y donde participó.

DESPREOCUPACIÓN DEL ESTADO

Lo que más le preocupa a José Fernández es la “desmalvinización” que han promovido los gobiernos nacionales de turno desde la gesta a la fecha.

“El pueblo, la gente nos ayudó y nos apoyó, pero si parte de la política promovió una desmalvinización. Pienso que el Estado falló en cobijar y apoyar a los veteranos de guerra, que algunos por esa falta de apoyo se quitaron la vida al llegar al continente”, manifestó.

“Yo soy un agradecido de la vida porque mi familia fue mi pilar, me ayudaron, me acompañaron y estuvieron siempre al lado mio. Pude conseguir un trabajo como la gente y me pude encaminar. En cambio otros compañeros no tuvieron la misma suerte y todavía no la tienen”.

Y remarcó: “Fallaron en muchas cosas y hubo que hacer marchas para que se consiguieran beneficios. Como los muchachos que armaron la carpa verde en Plaza de Mayo que se plantaron y consiguieron muchas cosas para los veteranos”.

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