Se podría decir que Hugo nació en el club porque su padre era el animador de los tradicionales bailes de la institución y su madre siempre estuvo acompañando. “Neuquén es mi casa. Estuve ahí desde la panza de mi vieja y hasta los 18 años pasaba la mayor parte del tiempo en el club”, recordó.
Sus últimos años cómo futbolista los hizo en Neuquén y luego del retiro le dedicó tiempo siendo entrenador e impulsando otras actividades “para resurgir el club porque estaba en el fondo”.
Futbolísticamente se formó en las canteras del Pingüi y con el correr de los años comenzó su recorrido por el fútbol paranaense. Pasó por Atlético Paraná “un club que me marcó muchísimo, fue donde más jugué y fue un trampolín para mi carrera en Belgrano y después ir a Chile”.
En el Mondonguero paranaense estuvo un año, pero fue en un momento histórico para la institución con la participación en el Campeonato Regional de 1986 enfrentando a Belgrano de Córdoba, campeón de ese torneo. En la ida en suelo cordobés se dio un partidazo 4 a 4 y en la vuelta se impuso el pirata 2-0.
“Belgrano tenía un equipazo con J.J. López, Germán Martelotto, Blasón, Ramos. En Córdoba hicimos un partidazo y tendríamos que haber ganado y acá nos hicieron un gol de entrada que nos mató anímicamente”, recordó Amatti de aquella tarde con el viejo estadio Mondonguero, de calle Salta y Nogoyá repleto de hinchas.
“Tuvimos algunas jugadas. Hubo una que solíamos hacer pero no siempre salía que Vellón me la pinchaba, yo iba por la derecha para tirar el centro al área y le cayó a Dani Fontana. La fuimos a buscar a calle Salta de lo lejos que se fue”, contó. Y luego fue suplente en otro histórico encuentro en el viejo estadio en el amistoso contra River Plate, el que fue campeón de la Libertadores 1986.
Luego llegó la oportunidad de emigrar tras la Cordillera de Los Andes. Durante 10 años el ex volante lateral jugó en seis equipos de Chile entre primera y segunda división: Lota Schwager, Fernández Vial, Deportes Temuco, Santiago Wanderers, Coquimbo Unido, Deportes Iquique.
“En el 87 Fernando Cavalieri es el que nos hace llegar a Chile cuando vino a dirigir Atlético Paraná con Trullet. Y él, que fue futbolista y estuvo en el fútbol chileno, recomendó que no busquen jugadores en Buenos Aires y que venganza Paraná que había pibes de 20, 21 años que jugaban bien y salían más barato”, contó
“Así comenzó la historia y fuimos mucho los que fuimos en esa época. Era una gran camada de la que jugó en Paraná como Japo Grandoli, Carlitos Gandolfo, Jito Retamar, Chaparro”, recordó.
Con 22 años, su primer equipo en suelo trasandino fue Club de Deportes Lota Schwager (Coronel, Región del Biobío). “Era el equipo de una ciudad minera que buscaban carbón debajo del mar, muy trabajadora. Bajaban mil metros bajo tierra y luego entraban 10 kilómetros bajo el mar. Y tenían la costumbre que un jugador le diera entradas y cuando me tocó el entrenador me dice ‘Hugo tenés que ir vos porque la gente te pide, pero ya les dije que no ibas a bajar’. No sabía de qué me hablaba hasta que me di cuenta que era bajar a la mina”.
Su estadía en el fútbol del vecino país también incluyó la participación en la Copa Libertadores 1992 con Coquimbo Unidos. “Creo que fue la única copa donde hubo zonas de cinco equipos. Colo Colo, último campeón, U Católica, San Lorenzo y Newell’s. Era lo mejor de Sudamérica”, comentó.
Emigrar en los 80-90 al fútbol del exterior, además de una experiencia distinta, implicaba hacer una diferencia económica. “Podías ahorrar pero la realidad de Argentina era complicada, más en el 89 con la hiperinflación. Después el dólar estaba 1 a 1 y el poder adquisitivo bajaba. Podíamos ahorrar, era totalmente distinta nuestra vida en Chile que acá porque allá vivíamos frente al mar”.
El cariño de la familia y estar lejos de los afectos jugaron en contra de las ganas de mantenerse por muchos años en el fútbol chileno. “Con mi esposa Graciela estuvimos 10 años viviendo allá. Somos muy apegados a la familia, extrañábamos muchisimo y eso hacía que se pusiera difícil quedarse en Chile”.
“Hablando con mi señora siempre planteamos que hoy podríamos haber tenido muchas cosas, casas, vehículos pero a costa de estar 10 años más afuera. En cambio elegimos nuestra ciudad, los vínculos. A veces falta la parte económica, pero estábamos sobrados de amor y quizás si teníamos lo contrario nos faltaba el amor. Bienvenido sería que fueran ambas cosas de tener todo allá y acá”, sostuvo.
Igualmente, el exfutbolista reconoció que ha dejado un montón de amistades que hace que tengan siempre las puertas abiertas a volver. “Siempre está la posibilidad de volver. Me han invitado a jugar con los veteranos y más que mi hija está viviendo y estudiando ahí”.
LA FAMILIA
Su familia fue el apoyo incondicional desde el inicio de su carrera deportiva y acompañaron a la par en todo momento. “Toda mi vida fui feliz, toda la vida tuve el afecto de mis viejos, mis hermanos y de mi familia. Mi viejo era el que primero estaba en la cancha, siempre y mi vieja estaba donde yo iba”, señaló Amatti.
Luego llegó su esposa Graciela que lo acompañó a todos lados en su travesía por Chile, hoy llevan más de 40 años juntos. Y con ella formó su familia primero con la llegada de Jean Pierre también futbolista en Neuquén, y luego de Shantal, que es más del palo del básquet.
“Jean Pierre en honor a mi compañero, en el primer equipo Lota que tenía un hijo con ese nombre. Entonces le dije que en honor a la amistad que formamos, y para recordarlo siempre, a mi hijo le iba a poner Jean Pierre. Y el nombre de mi hija porque en un viaje de avión iba sentado al lado de una chica que se llamaba así y le dije que me anotara el nombre que me gustó y luego le gustó a mi señora”, explicó sobre el origen de los nombres de sus hijos.