Néstor Lódolo, un referente de la medicina deportiva en Entre Ríos

El deporte es su pasión y siempre está dispuesto a ayudar. Jugó en San Benito y se probó en River (lo marcó a Morete). Se graduó de profe de Ed. Física y de Cardiólogo. Es una eminencia de la salud deportiva en la capital entrerriana.

Nació en 1952 en Paraná en el seno de una familia de campo en la zona de San Benito Sur. “Mi papá trabajó en el campo hasta que tuvo la posibilidad de entrar en el ferrocarril General Urquiza. Empezó bien desde abajo y llegó hasta lo más alto. Mi mamá era humilde y gran trabajadora rural porque mis padres eran de familias numerosas que trabajaban todos en el campo”, contó Lódolo.

La vida campestre siempre estuvo presente en su infancia, pero ya adolescente y atravesando la escuela secundaria descubrió su otra pasión: el deporte. “Siempre me gustó la educación física y tuve muchos profesores que me marcaron durante la escuela. Sin embargo mi papá quería que fuese contador y una maestra también me insistió, me decía que tenía las condiciones para estudiar ciencias económicas pero a mi me gustaba estar al aire libre. Me gustaba el deporte, lo practicaba desde chico”, recordó.

Comenzó los estudios del profesorado de educación física en 1970. “Durante todo el cursado mantuve la beca, que era muy importante que incluía alojamiento, desayuno, almuerzo y cena en el Instituto de Educación Física que era un internado. Éramos 80 varones, cuatro cuchetas, un solo ropero, dos baños. Era algo muy disciplinario, que tenía que ser sí o sí voluntario”.

“Estaba de lunes a viernes que me volvía a Paraná y volvía al Instituto los domingos a la noche. Uno de los referentes que me acompañó siempre fue Anibal Cantero, con quien trabajé todo el año 73 en el Paraná Rowing Club donde yo entrenaba a otros, una tarea que me delegó Alfredo Bourdillón”, sostuvo el Dr. Lódolo, que en primera instancia se recibió de profe de educación física y luego comenzó a estudiar medicina. La carrera universitaria la cursó en Córdoba y sus estudios los pudo pagar gracias a su rol de entrenador de natación.

Desde su adolescencia practicó muchos deportes: gimnasia deportiva, básquet, fútbol, voley y otras disciplinas. Y ya recibido como médico, Néstor vinculó sus pasiones con la medicina deportiva. “A mis 73 años vivo, disfruto y cada vez me levanto porque vivo de mi vocación. Es un orgullo poder decir eso, que estoy sano por ahí con algunas dificultades auditivas, pero de cualquier manera me defiendo para llevar adelante el instituto como desde hace 28 años”, sostuvo.

Y reconoció: “La línea siempre fue la cardiología, la medicina y el deporte. ¿Por qué no la traumatología? Porque desde el primer momento no me gustó el quirófano y para hacer traumatología y ortopedia tenés que estar muy vinculado al bisturí, cosa que no me gustó. Pero si estuve más vinculado a ser profesor de educación física, de la medicina del deporte, de la composición corporal, del examen médico deportivo”.

Néstor Lódolo manifestó que su rol como cardiólogo lo satisface por el hecho de poder ayudar a miles de personas, sobre todo a que los jóvenes sepan que “están sanos y en condiciones de poder practicar deporte. Por otro lado lo feo de eso es avisar a los papás que el joven tiene problemas cardiológicos y que no va a poder seguir practicando con intensidad el deporte que eligió”.

“Lamentablemente es una decisión que hay que tomarla después de varios pasos y no hay que apresurarse al ‘no apto’ como digo yo. Apresurarse al no apto genera un trauma como he visto muchos deportistas, futbolistas que han llegado a Rosario y que en la previa a firmar un contrato le han encontrado una pseudopatología pero en la cabeza ya le quedó. Eso hace que trunquen su carrera siendo que podrían haber sido buenos profesionales del deporte”, reconoció.

LOS CAMBIOS CON EL PASO DEL TIEMPO

Con más de 4 décadas en la profesión, Lódolo atravesó muchos cambios dentro de la medicina. “La evidencia, la suma de estudios, la investigación, hizo y permitió que muchas patologías en el área mía, cardiológica, que antes estaban supeditadas y prohibidas, hoy han tenido otra visión y esas patologías están autorizadas a practicar deportes de alto rendimiento”, señaló como p´rincipales cambios

Asimismo, destacó que con los avances en la medicina los propios profesionales han perdido el miedo de otorgar el apto médico ante determinados problemas de salud. “Siempre la investigación va dando para bienes en función de autorizar cada vez más la práctica deportiva”, dijo.

EL FUTBOLISTA

Desde su infancia el fútbol siempre estuvo presente en la vida del Dr. Lódolo. Siempre como defensor central y reconoció que el anhelo de ser jugador profesional siempre estuvo. “Mis clubes fueron de los denominados chicos como Libanés, San Benito, donde llegué a primera. Ahí el Chino Zorzenon que me dijo de ir a probarme a River donde estaba su hermano”, contó.

Así fue que en marzo de 1967 fue a probarse a River Plate. “Me tocó marcar al Puma Morete. Si no le adelantaba la pelota no lo alcanzaba más, y si me la tiraban por arriba Morete ya estaba en el área chica entonces tenía que anticipar. Me llamaron dos veces, pero a la tercera ya me cortaron. Tuve la satisfacción de estar en la cancha auxiliar de River”. Entre otros estaban Mostaza Merlo, Alonso, J.J. López.

UNA FAMILIA COMO SOPORTE

Tras su formación académica y la actividad profesional en la medicina, Néstor formó su familia junto a María Moliner. “Somos 15 en mi familia, somos un equipo de rugby. Mi señora es la artífice de la salud y el éxito. Gracias a ellas mis 3 hijos son profesionales, y tienen una hermosa familia hace muchos años, y tenemos 7 nietos”.

“A los 73 años disfruto, no solamente la profesión y la realización personal, sino de ver los frutos del matrimonio, ver los frutos más que nada y reconocer en mi esposa todo, todo lo que realmente tienen de humano mis hijos”, señaló.

Lódolo se enorgullece de todo el camino transitado y mencionó que lo disfrutó. “A mi yo más niño le diría que vuelva a elegir todo lo que hizo bien gracias a su papá, que me enseñó a jugar al fútbol, a pescar, a tener valores. Tuve una vida que fue de intensa actividad. Realmente los primeros 20 años fueron años muy intensos, signados por mi familia, después me inicié en la acción católica donde mis entrenadores espirituales de la iglesia Sagrado Corazón me llevaron al movimiento de La Loma y después el entrenamiento en el Instituto de Educación Física. Todo el camino fue feliz”, manifestó.

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