El básquet marcó su vida aunque su primera pasión fue por el fútbol, el cual practicó en su niñez en el Club Atlético Paraná como arquero y luego como lateral izquierdo, hasta fue tentado para jugar en Ferro Carril Oeste. Diversas cuestiones familiares, entre ellas el fallecimiento de su padre lo llevaron al básquet.
La formación basquetbolista la tuvo en el Paraná Rowing Club aunque él recuerda que comenzó a jugar en Atlético Paraná. “En el año 67 se armó un equipo en el club Paraná con jugadores de fútbol, donde hubo figuras del fútbol local en el básquet. De hecho todavía conservo la camiseta de ese año”.
Su madre fue quien lo llevó a jugar en Rowing, pero el entusiasmo por el deporte de la pelota naranja se lo inculcaron sus profes de educación física. “Siempre cuento que a mi no me gustaba el básquet, a mi me gustaba el fútbol, yo jugaba al fútbol y en la escuela primaria una profesora de educación física me dijo tenes que jugar al basquet, yo estaba negado pero me terminó gustando”, contó.
Dilenque ya frecuentaba desde muy chico el Rowing Club, y si bien pasó por muchas instituciones, a las cuales les tiene mucho apreció, el Rowing es su segundo hogar. “Me crié ahí, mi viejo me llevó ahí desde que tengo uso de razón y desde antes cuando estaba en la panza de mi mamá. Nunca dejé de ser socio del club y lo seguiré siendo”.
En su carrera defendió a varios clubes de la capital entrerriana y supo vestir la de los seleccionados paranaenses y entrerrianos. También fue parte de la gira por Estados Unidos con la Selección Argentina.
Durante su formación Dilenque aprendió de sus formadores y a su vez implementaba cosas de sus referentes. “Hacíamos lo que hoy se habitúa en la computadora que es copiar y pegar. Nosotros copiabamos en nuestro cerebro lo que nos gustaba de los jugadores como del Negro Lerman, Cabrera. Entonces de los jugadores de básquet, yo copiaba y trataba de hacer lo mismo. Me llevaba horas y horas para lograrlo”.
“Después en la función netamente de juego, ya cuando técnicamente más o menos estábamos ordenados, tuve a Aníbal Cantero cuando empezó su carrera basquetbolística como entrenador, que de hecho fui monitor de él. Después Roberto Benvenuto, fue un gran entrenador y uno de los que más me enseñó en mi función, en la parte táctica-estratégica, fue Tito Zuttion, sin ninguna duda el que más me llenó dentro de la parte de mi función como base”, sostuvo.
Luego de dejar la actividad a los 44 años, estuvo jugando maxibásquet y retomó con una disciplina que le inculcó su padre: pelota a mano. Comenzó a fomentarla en la ciudad y la provincia, hasta representó al país en competencias internacionales.
“Mi papá jugaba en el club Paraná, en la cancha de pelota a mano que construyó él. Yo lo iba a ver y por ahí jugaba con él hasta que falleció, pero igual seguí vinculado. Por ahí en el verano iba a jugar después de entrenar básquet”, recordó La Mona.
Alejandro fue uno de los propulsores de Paraná como sede del Mundial de Pelota a mano de 2002. “Hay muchas modalidades y tuvimos la suerte de jugarlas a todas en nuestra ciudad”.
Representar al país fue una “sensación hermosa y tuve la suerte de presentarlo no solamente en la pelota a mano sino también con el básquet. Y realmente cuando vos estás ahí que tocan el himno se te pone la piel de gallina y recordás un montón de cosas de tu ciudad, de tu país, de tu provincia que realmente llenan de satisfacción”.
DOCENTE Y ENTRENADOR
Alejandro Dilenque ha estado vinculado con la actividad deportiva desde siempre, y a los 63 años mantiene la iniciativa y la docencia muy presente. “Es algo que no voy a dejar nunca, siempre digo que voy a ser docente hasta que me muera. Me gusta hacerlo y lo disfruto. Y de hecho muchas veces mis hijos me dicen que no tengo que estar haciendo docencia con ellos, que ya son grandes, pero es mi forma de vivir, no solamente el deporte”, sostuvo.
Tuvo su etapa de entrenador, siendo el DT del primer título del club Talleres “es una discusión porque fue el primer título en un ascenso”. Pero con el tiempo ha dejado de lado la conducción técnica por distintas cuestiones.
“No dirijo por que soy de ponerme muy nervioso, soy una persona muy vehemente y por ahí hay cuestiones que no me llenan como para poder seguir dirigiendo. Hay momentos que hay que pisar con pie de plomo porque no solamente es lidiar con los chicos sino también con dirigentes y padres”, manifestó Dilenque.
Y señaló: “Es una relación difícil la de hoy en comparación con la de antes. Antes a vos, tu mamá te mandaba a la escuela y venías con una nota baja. La razón la tenía el profesor, hoy la razón no la tiene nunca ni el entrenador ni el profesor ni nadie. Entonces, esos paradigmas no los puedo asumir”.
Asimismo, el docente del Instituto de Educación Física remarcó que el presente de la educación física es muy complejo “sobre todo en la educación infantil”. “Antes tus padres te dejaban en el club y estabas horas y horas haciendo distintos deportes. Hoy los dejan, practican el deporte y lo buscan cuando terminan. Eso hace que no se vinculen con los demás deportes dentro de la institución”.
“Antes era jugar a la pelota, jugar al voley, nadar, jugar a la pelota a mano, jugar al básquet, a todo lo que se podía. Obviamente que siempre hay excepciones al caso, pero es una generación de gurises que solo hacen un deporte y no disfrutan del club”, sostuvo el exdeportista de 63 años.
Y recordó a José Cottonaro, ex jugador y entrenador de básquet, “siempre estaba preparado para todo. Iba a entrenar con 4 mudas de ropa: una para básquet, otra para fútbol, otra para nadar y otra para cuando terminaba. Eso se ha perdido”.
En su etapa de docencia también ha usado la metodología de incentivación y acompañamiento para con aquellos gurises que mostraban condiciones para ciertos deportes, como le sucedió a él en su etapa escolar.
“Nuestra generación lo hacía y yo lo he hecho. Tuve alumnos en secundaria que los vinculaba a otros deportes y han tenido éxitos, como me ha pasado a mi. Yo veía la actitud del chico porque es importante tenerlo en el lugar que es apto y donde creíamos que podía expresarse mejor”, sostuvo.
Su experiencia, a lo largo de los años de actividad dentro y fuera de una cancha lo han convertido en una persona de palabra autorizada para aconsejar a las nuevas generaciones. “La pasión por un deporte es algo que uno trae consigo desde que nace y la vinculación con el otro hace a la persona, más allá de lo deportivo por eso es algo que todos tienen que tenerlo en cuenta”.
“Yo les digo a todos los chicos que no importa la calidad del deporte que hagan, si son buenos o si son malos, si lo hacen más o menos, si van a ser profesionales, si van a ser amateurs. No importa, hagan deporte toda su vida. Eso es lo que los va a mantener sano, los va a mantener unido con las personas y lo va a mantener fresco de cabeza, que es lo más importante”, manifestó.
Asimismo, teniendo en cuenta su pasado, los buenos y malos momentos, Alejandro siempre va para adelante tomando lo del pasado como ejemplo para repetir las buenas experiencias y corregir las malas. “Soy de mirar para atrás, pero siempre sin descuidar el presente y pensando en el futuro. Lo de atrás hay que tratar de absorberlo para no cometer los mismos errores para vincularlos a los demás, para que no hagan lo mismo”.
“El deporte, los dirigentes, los entrenadores, los docentes, no empezaron cuando iniciaron en esa actividad, sino que hay una historia detrás y esa historia hay que valorarla para que después se multiplique y siga en vigencia lo que se ha hecho.
LA FAMILIA ES TODO
Alejandro perdió a su papá Francisco cuando tenía solo 10 años, pero década junto a él la disfrutó y mucho. Además de ser su mentor deportivo “esos años fueron muy lindo. El boxeo es uno de mis deportes favoritos por él que nos sentábamos los miércoles a ver Entre las Sogas, no nos perdíamos ninguna pelea. Es emocionante recordarlo”. Asimismo destacó la figura de su madre, Bruna que lo acompañó durante todo su crecimiento y siempre estuvo presente.