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Homenaje

Crack del fútbol local con sello propio: "La Mona" Pesoa

Le hizo goles a Fillol y Falcioni. Lo marcó a Diego. Ascendió con Patronato 78, la rompió en Belgrano 86, salvó a Platense del descenso y fue querido en Colón. De los potreros de San Agustín, de Peñarol, al fútbol profesional.

Américo Pesoa fue uno de los futbolistas que marcó una época en el fútbol local. Salió de los potreros de su barrio, se formó en Peñarol y defendió los colores de Patronato, sobre todo en el Torneo Nacional de 1978, Platense ante equipos de fuste y jugadores gloriosos del ámbito argentino, y en Colón de Santa Fe donde dejó una muy buena imagen. Un referente del fútbol paranaense y reconocido en el mundo futbolístico que le dejó muchas amistades.

Américo llegó al fútbol por motivación propia ya que no había antecedentes de su familia en el deporte. Si en el boxeo, que desempeñó su padre. “Ellos se dedicaban a otra cosa. Me brindaron muchísimo en toda mi vida, si bien nunca fueron a verme jugar”, contó.

“Futbolista me hice solo, en la canchita con los amigos que es lo que me gustaba. Después vinieron las responsabilidades, porque una cosa es jugar por diversión y otra por trabajo o por futuro. Si bien no me arrepiento de nada, creo que no supe aprovechar esos momentos de buen fútbol porque creo que hubiese tenido otra forma de vivir”, señaló la Mona a sus 68 años.

Su época de esplendor fue en los 70’ y 80’. Nació y se crió en barrio San Agustín, en cercanías al Club Atlético Peñarol donde hizo todas las inferiores y debutó en primera con tan solo 15 años. “Éramos todos jugadores del barrio. Yo todos los domingos me iba caminando, cruzaba el arroyito, sin importar si hacía calor o frio, y acompañaba a Aníbal Giusti, el utilero, y lo ayudaba a acomodar los botines y después ya me quedaba a jugar”, recordó el ex volante por derecha. Junto al tricolor se hizo con su primer campeonato local en 1974.

“Al fútbol lo llevaba desde chico, andaba todo el día con la pelota. Viví en un barrio que tenía 8 canchas de fútbol, todos potreros a los que iba a jugar, cosa que ahora no hay. Yo salía de la escuela y me iba para la canchita, o sea, algo tenía que aprender”, reconoció.

Su gran actuación contra Patronato en Liga Paranaense y dos goles a la Pipa Osoro captaron la atención del presidente rojinegro de ese entonces, Fernando Pascual Gan. “Fue en el 76 cuando el Dr. Gan me vio desde la casa del Colorado García que vivía atrás de uno de los arcos de Peñarol y me llevaron. Eso me dio la posibilidad de crecer un poco, después lo que vino dependió de mi”, manifestó.

“Gan era como mi viejo, fue mi padre futbolístico. Donde me necesitaba Patronato ahí iba el Dr. Gan a buscarme. Tres veces fue a buscarme a mi casa para volver al club en su momento”, sostuvo.

La vida de futbolista en el Patrón fue una novedad en su carrera deportiva “tenían un régimen de comida, entrenamiento, algo muy distinto a Peñarol. “Me fue muy bien. Me encantaba entrenar, físicamente estuve bien, sin lesiones que es algo que me ayudó muchísimo”. La Mona integró ese plantel rojinegro que jugó por primera vez en la máxima división del fútbol argentino en 1978.

Américo fue una de las figuras sobresalientes de ese plantel y aportó 4 tantos. Uno de los partidos que más le marcó fue la derrota en la Bombonera por 2 a 1. “Jugar en la cancha de boca y contra el campeón de américa es increíble, parece que tiembla todo. No era lo mismo que entrar a la cancha de Peñarol que entrar a la Bombonera con toda esa gente y los bombos. Igualmente hicimos un partido bárbaro pese a que perdimos porque íbamos ganando casi todo el primer tiempo por el gol de Mudry”, destacó.

“Patronato me cambió la vida. La institución me dio todo gracias también a lo que hacía el Dr. Gan y Quinodoz a quienes les agradezco siempre. Además, me permitió hacerme más conocido, y así yo también le retribuí con juego y compromiso, eso creo”, señaló sobre el rojinegro paranaense, club donde se retiró en 1990 vistiendo la camiseta número 5 que ahora atesora uno de sus hijos.

Un par de sus goles fueron la carta de presentación para que Platense se interesara en él. Así fue que arribó al calamar con 22 años. “Después del parido contra ellos en cancha de Atlanta me llamaron que fue cuando se empezó a correr el rumor. “Platense ya tenía un nombre en la primera pero siempre peleando por no descender”, remarcó el exjugador del Calamar por tres temporadas.

Luego llegó el llamado desde la institución rojinegra santafesina, Colón de Santa Fe. “Estaba cerca de mi casa, vivía bien, estaba con mi familia, viajaba todos los días y en esos años en lancha porque justo fue cuando se cayó el puente Colgante. Hacia entre 4 y 5 horas de viaje para entrenar 2 horas”.

En el Sabalero dejó una muy buena imagen y es muy querido por el hincha. Y recientemente desde la actual dirigencia le hicieron un reconocimiento muy importante. “Colón tiene esa pasión hermosa y terrible. Te da mucho o te da poco, si le rendís vas a ser un ídolo total. Así es que el Bicho Godano (actual presidente) que jugó conmigo y la dirigencia me regalaron hace poco una entrada de por vida, al igual que tengo en Patronato”.

Su buen rendimiento fue visto desde México, pero la comodidad que le significaba estar a un paso de su casa lo llevó a rechazar la oferta. “Me quisieron llevar pero la verdad que estaba cómodo en Colón porque ya tenía mi casa propia. Ahora tal vez me arrepiento de no haber hecho una diferencia económica”.

Los destinos del fútbol lo llevaron a jugar también en Sportivo Urquiza y en Belgrano, donde fue campeón liguista tres veces e integró el plantel del Torneo Regional 1985/86, donde enfrentó a su homónimo cordobés y protagonizaron un partidazo de ida que terminó 4 a 4, aunque en la vuelta se impuso el Pirata.

Tantos años de fútbol le dejaron miles de experiencias, anécdotas y sobre todo amistades. “Donde voy siempre soy bien recibido porque el fútbol me dejó amigos por todos lados. Y la plata no compra la amistad”, sostuvo emocionado.

La Mona ha disfrutado de toda su carrera en los distintos equipos del fútbol nacional, sin embargo, le hubiese gustado tener otra realidad económica. “Cuando miro para atrás tal vez hubiese querido tener otra forma de vida y poder darle a mi hijo más de lo que les he dado. Dinero no le di, pero si les di siempre mi corazón, ellos lo valoran y se sienten muy contentos con eso”.

DISFRUTÓ JUGANDO

En los tres años que vistió la camiseta del Club Atlético Platense se dio el gusto de enfrentar a grandes jugadores argentinos. Por un lado, a Daniel Passarella, “uno de los mejores defensores argentinos”. Y además se dio el lujo de anotar un gol ante River y nada menos que al Pato Fillol.

Contra Argentinos Juniors, los recortes gráficos de esos años retratan a Américo siguiendo fijamente con la mirada a un juvenil Diego Armando Maradona. “Esa tarde nos hizo 3 goles, no nos quiso hacer más y nos mareó a todos. Era imparable”, destacó y agregó: “De lo único que me arrepiento por ahí es de no haberme sacado una foto con él”.

Ese año Maradona había sido campeón mundial juvenil y ya estaba en boca de todo el mundo del fútbol. Tal era el impacto que generaba que Pesoa aún recuerda una anécdota que vivió durante esa jornada. “En ese entonces concentramos y nos íbamos a la cancha en nuestro autos, yo tenía un Fitito y llegando a la cancha nos pasa una Ford GT importada negra. Se detiene en la cancha de Ferro y baja toda la familia Maradona y me quedé asombrado”, recordó.

También enfrentó al paranaense Jorge Comas en Colón. “Aprendí muchísimo de él. Era un pibe muy humilde. Él llegaba a Patronato de pantalón corto, ojota y los botines bajo el brazo. Era un 10 complicado de defender. Me enseñó muchas cosas y me llevó a exigirme continuamente porque me movía para todos lados”

Y otro amigo que le dejó el deporte fue Julio Solanas “un hermano futbolístico”. “Cuando llegué de Peñarol a Patronato, también llegó Julio de Ministerio. Me dijeron ahí te esperan los directivos para arreglar tu suelo, ahí dije qué pagan? Porque yo no tenía eso en Peña. Estábamos esperando afuera y viene Julio, entra y cuando sale me dice ‘Mona ya te arreglé el sueldo’. Julio ha hecho muchas cosas por mi que nunca me olvido”, recordó Américo.

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