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Básquet, fútbol y voley

Daniel Cecotti, el hombre multideporte que sigue dejando su huella

Paranaense por adopción, ha sabido ganarse el cariño y respeto de la gente del deporte por su forma de transmitir y enseñar. Personaje si los hay, "El Pelado" fue arquero, una lesión lo obligó a dejar y se abocó de lleno a ser PF y DT.

El Pelado es un multifacético del deporte y un tipo muy querido por cada una de las instituciones donde pasa y donde deja su marca. Nació en Santa Fe Capital, pero desde chico su familia se radicó en Paraná y desde allí comenzó a quererla como propia. “Paraná me atrapó. Muchas veces me ofrecieron ir a otras ciudades o provincias a trabajar, pero me di cuenta que si salgo de Paraná es distinto porque acá yo siento el respeto de la gente, yo llego y los jugadores ya me miran riéndose”, contó.

La actividad deportiva en su vida en la época escolar en el Colegio Don Bosco. “Jugábamos los torneos de fútbol los fines de semana y al tiempo se armó la liga infantil que me vieron unos amigos que estaban jugando en Patronato y me invitaron a jugar ahí”, recordó Ceccoti. Empezó siendo jugador de campo hasta que el arquero de su categoría, Eduardo Lell se cansó de atajar, se convirtió en defensor y el Pelado, que hasta pasado los veinte años era poseedor de una melena colorada envidiable, fue el elegido para suplantarlo.

“Así fui subiendo de categoría. Toritos de Chiclana me pidió para jugar un torneo en Uruguay donde me fue muy bien. Iba alternando con un arquero de apellido Tabárez hacíamos medio tiempo cada uno y la verdad que fue de las pocas veces que anduve bien”, contó.

Tras su buen desempeño en el torneo internacional, Cecotti quedó en Colón de Santa Fe tras varias pruebas y llegó a tener contrato profesional jugando en la segunda división del fútbol argentino con solo 19 años. Pese a tener condiciones y un futuro que prometía, una lesión lo alejó de las canchas por un tiempo.“Por un problema en la columna tuve que dejar. En esa época una hernia de lumbares te sacaba de juego”.

Con el tiempo, y en etapa de recuperación, volvió al fútbol pero vistiendo la camiseta de Atlético Paraná. “Tuve la suerte de formar parte del equipo y fui suplente de uno de los grandes arqueros que fue la Pipa Osoro”.

NUEVA ETAPA

Tras alejarse de la actividad como deportista se abocó de lleno a su otra pasión, la enseñanza del deporte. “Volver a jugar en Atlético Paraná me hizo repensar un poco seguir jugando”, comentó.

Este camino comenzó a gestarse en su adolescencia cuando con solo 14 años de edad dirigía a un grupo de gurises de entre 8 y 10 años de su barrio, La Rana. “Empezamos a ir a distintas competencias y estuvimos en el de Neuquén que era uno de los máximos torneos infantiles de esos años. Estaban todos los clubes de acá y de afuera, y nosotros que éramos de barrio terminamos cuartos. Haciendo un racconto de mi carrera, ahí ya sabía que tenía los dotes para dirigir”. Luego, y durante su actividad de futbolista, se perfeccionó haciendo el profesorado de Educación Física.

Por su forma de enseñar, de transmitir sus conocimientos, el lugar donde ha cumplido función es un lugar donde deja su huella. “Es por la pasión. Cuando llegó a un club, pese a no conocer a todos, siempre pongo todo y lo hago con pasión. Es lo que me motiva diariamente porque cuanto más entrenas, más te sacrificas, mayores posibilidades tenés ante tus rivales”.

Su metodología de trabajo, además de aplicar el deporte, es pasarla bien y crear un ambiente de trabajo distendido. “El jugador local trabaja o estudia, entonces al momento de ir a entrenar considero que tiene que ir a pasarla bien con prácticas que sean distintas donde los profes los podamos sorprender. Tiene que haber una relación de sana amistad”, aseguró.

“Me pasó también como director técnico en voley, en fútbol, siempre fui un técnico que muy respetado. Agradezco esto a los que han sido mis jugadores pero también he tenido una muy buena relación con mis dirigidos y cuando soy profe es más cercano. Cuando era más joven me gustaba festejar mucho con ellos cada logro porque los logros se deben festejar. Se que no es fácil ganar en la primera local, tampoco es fácil jugarla, se lo que cuesta”, sostuvo.

En este sentido, el Pelado Ceccotti reconoció que ser entrenador lo satisface más que ser profesor. “Los técnicos con los que he trabajado me han dado cierto liderazgo y me sacía esa necesidad de ser un poco el conductor. Eso le agradezco a los entrenadores porque he hablado hasta en entretiempos, me han consultado cuestiones técnicas o de cambios de jugadores, pero a mí me gusta dirigir”.

“Lo que pasa es que esa pasión que tengo me lleva a entrenar sábado, domingo, es algo que por ahí no puedo controlar y más a esta edad me gusta disfrutar un poquito más las cosas, entonces no quiero tomármelo tan apecho”, manifestó.

El carisma también es un punto fuerte que caracteriza a Dani durante su labor. “Nosotros somos los conductores por eso queremos que nuestros jugadores, nuestros equipos sean nuestro reflejo. Si yo voy con cara de pocos amigos y trato mal, eso impacta mucho en los jugadores. Es algo que viví mucho”.

“Creo que los entrenadores tenemos que comprender al jugador, saber cómo reacciona psicológicamente cada uno para, realmente, tratar de llegarle al jugador. Y sobre todo pasarla bien.

Hacer un trabajo físico, hacer un trabajo técnico o táctico no quiere decir que vos no te rías, que vos realmente lo sientas y generar una buena relación”, aseguró el experimentado entrenador que además ejerció durante muchos años en establecimientos escolares.

“Trabajé en la escuela de Anacleto Medina Sur de donde tengo hermosos recuerdos y hasta me llegaron a invitar a los cumpleaños de 15 años de las chicas. También trabajé gran parte de mi vida en el C.P.E.F. N°5 en Paraná y en Aspasid, una escuela donde bajé todas las revoluciones. Me sentí muy identificado trabajando con los chicos y chicas con discapacidad”, recordó.

LOS MENTORES

Daniel mostró vocación por la profesión ya desde chico, pero durante su recorrido también tuvo la suerte de cruzarse con profesionales que lo marcaron. “Quico Orlando en Don Bosco y Rowing fue el que me inculcó la pasión por esto. Carlos Trullet cuando trabajé con él en Patronato, Belgrano y en Unión de Santa Fe como preparador físico, algo que implica estar atento a todos los detalles porque era profesionalismo. Y el tercero fue Volcan Sánchez que me enseñó de planificación y a diagramar la práctica minuto por minuto. Cada uno me dio un toque”, sostuvo.

Como balance deportivo, Ceccotti reconoció que le es difícil elegir un solo momento porque “he tenido mucha suerte donde estuve. Salí campeón con Echagüe y con Olimpia en básquet; en voley fuimos campeones con Rowing, Estudiantes y Neuquén; y en fútbol con Sportivo Urquiza donde la gente se portó muy bien conmigo”.

Y recordó un hecho anecdótico de su buena amistad con la gente de la V Azulada: “Cuando estuve en el club me casé, y antes estaba en duda si hacía fiesta porque no me daban los medios. Resulta que entre conocidos me convencieron y ahí la gente de Sportivo me regalaron la vajilla y la torta. Y la gente de Ciclista, con la que salimos campeones en el 94, nos regalaron el DJ y un lechón”.

REFLEJO DE SU ENSEÑANZA

Daniel es un agradecido de la vida, por eso donde va deja su huella y es muy querido. “El Cecotti de hoy es producto de la educación que me dieron. Mis padres siempre me acompañaron, me educaron muy bien, tuve una infancia hermosa y por eso tengo que agradecerles muchos. Cuando era chico no me daba cuenta de esas cosas, si ahora ya de grande y lamentablemente ellos ya no están”.

“Mi viejo dejaba todo y cuando jugaba en Colón me llevaba a entrenar, volvía a Paraná a trabajar y a la salida me buscaba. Eso lo hizo muchísimos años para traerme porque yo tenía que estudiar para el otro día para ir a la escuela”, contó.

Hoy disfruta el presente con su familia: su esposa y sus dos hijos. “Siempre fuimos muy unidos. Son las tres bases que me sostienen, son mis pilares”.

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