
“Nunca se me cruzó ser presidente del club. La ficha me empezó a caer cuando empezamos a reunirnos que hubo cambio de comisión directiva y cada tanto tiraban mi nombre. Después de un tiempo, de varios meses, dije es el momento de asumir”, comentó Gustavo. Como jugador del Club Atlético Olimpia (CAO) el Flaco consiguió el ascenso a la Liga B en 1986 y también logró conseguir el título del Torneo Dos Orillas 2016 y de la Liga Provincial 2017 pero como entrenador.
Ahora con 61 años, el exjugador tendrá el objetivo de conducir los destinos del club que tanto ama en busca de nuevos logros. “Creo que más allá de la posibilidad de salir campeón de algún torneo, creo que hay otros objetivos por encima del club”, expresó.
Y explicó: “Por un lado cambiarle la cara, modernizarlo un poco y que vuelva a ser la familia que fue. Queremos que el club sea un lugar de encuentro y ya nos hemos puesto a trabajar en eso con la comisión directiva. Olimpia es parte de la historia del deporte de la ciudad más allá que tenemos una sola disciplina”.
Uno de los objetivos propuestos por Agasse es aumentar la cantidad de deportistas que asisten al club. Para esto plantearon la necesidad de crear más espacios cerrados para las prácticas. “Tenemos la canchita abierta para que en temporadas de mucho frío o calor igualmente pueda ser utilizada, que hoy sí entrenan pero por ahí se hace difícil por las temperaturas”.
“Ediliciamente también queremos mejorar. Se han hecho mejoras pero seguimos con obras que se hicieron hace 30 años como los vestuarios o las tribunas. Siempre digo que hay que trazar un objetivo y que todos sigamos día a día. Quizá en dos, tres o cuatro presidencias lo podamos terminar, esté yo o quien sea”, señaló Agasse.
EL FLACO JUGADOR
Gustavo comenzó a jugar al básquet desde muy chico en el Club Atlético Estudiantes de Paraná por su hermano Quique. “Me llevó obligado, yo quería jugar al fútbol”, recordó.
Luego los destinos de la vida jugaron para que los Agasse sean parte del club Olimpia. “Cuando yo tenía 11 años el técnico de Estudiantes se fue a dirigir a Olimpia y nosotros, por arte de magia, nos cambiamos de casa a calle La Rioja y Rosario del Tala, a una cuadra del club y empezamos a jugar ahí”.
“En ese entonces el Negro Domínguez, un dirigente del CAO, un día le dio a mi papá un billete de 5 pesos y le dijo acá tiene para pagar el pase de Gustavo”, contó.
Pese a estar vinculado con Olimpia, Gustavo ama a Estudiantes, lugar al que sigue concurriendo y comparte con amigos. “Es mi segunda casa, voy todos los días al gimnasio o a jugar al tenis. Disfruto mucho estar ahí”, manifestó el ex basquetbolista que tuvo su retiro en 2008 justamente vistiendo la camiseta del albinegro.
El Flaco además jugó en Talleres, Echagüe, Atlético Sastre, San Isidro, Atlético Tala, Hindú, Sportivo Talense, entre otros. “Me gustó mi carrera a pesar que me quedaron cosas pendientes por cumplir”, aseguró.
“Creo que siempre di ventaja porque empecé a laburar desde muy chico y nunca le dediqué tanto tiempo al básquet. Se hacía difícil entrenar y trabajar. muchas veces me pasó de tener que levantarme temprano siendo que por ejemplo mis rivales descansaban más tiempo. No es un justificativo porque al esfuerzo lo hice, disfruté mucho del básquet que también me ha dado muchas cosas”, aseguró.
“Quizás podría haber llegado un poco más lejos, si hubiese tenido 10 centímetros más. Estoy sumamente agradecido al deporte que me permitió conocer lugares y mucha gente”, dijo.
Gustavo Agasse se caracterizó por ser un jugador muy físico, duro y rústico, juego que empezó a incorporar ya desde joven a modo de defenderse. “Era flaquito, con varios kilos menos que ahora y ligaba mucho. Por eso siempre le metí mucha picardía y maña, cosa que hoy no se ve mucho”, contó.
“Más adelante vino la época en la que me asenté en primera con 19 años y ya tenía bastante oficio. Después empezaron a llegar los americanos y eso me cambió muchas cosas ya que tuve que jugar de frente. Siempre fui consciente de mis limitaciones y supe que mi rol era defender. Y en Echagüe hasta quizás solo con entrar dos o cinco minutos para defender, matarme e ir para adelante”.
EL GANCHITO
Agasse siempre fue muy recordado por su particular forma de lanzamiento con el conocido ganchito. “Empecé tirando de esa manera medio en broma y medio en serio y con el tiempo terminó siendo un recurso muy efectivo, con altos porcentajes de aciertos”, remarcó.
El paranaense contó que esa forma de lanzamiento se la copió a un ex basquetbolista de Olimpia. “En esa época, cuando empecé a jugar no había mucha televisión, entonces yo le copiaba los jugadores de acá. Y Palo Lui, un gran interno que tuvo Olimpia y el que se decía era el más alto de la provincia, tenía ese gancho característicos y yo se lo copié”, contó.
“Lo solía usar mucho y muchas veces me pasaba de rosca y hasta lo tiraba en los tiros libres y los técnicos se enojaban. Hoy se usa poco y nada, cada tanto se ve en Liga Nacional o NBA, es una cosa rara pero un recurso intapable”, señaló Gustavo.
Lo usaba con asiduidad que hasta sus propios compañeros lo retaron a que lo intente ante un jugador imponente de gran altura como lo fue Fernando Palito Borrell. “En un partido entre el seleccionado entrerriano y Ferro los chicos me dijeron a que no te animás a tirarle un gancho y no me achiqué. Y esa noche metí tres ganchos y frente a Palito. Fue una gran satisfacción” recordó.
DE JUGADOR A ENTRENADOR
Tras dejar de lado su carrera como basquetbolista Gustavo siguió ligado al deporte desde la formación y la dirección técnica. Dio sus primeros pasos en el CAO en las formativas y años más tarde se hizo cargo de la primera donde conquistó algunos títulos. También llevó sus conocimientos a Recreativo, Rowing y Estudiantes.
“El cambio es difícil, se hace más llevadero dependiendo del grupo de personas que te rodean. Siempre me acuerdo de una frase que dijo Daniel Passarela (futbolista) que cuando pasas de jugador a entrenador se te achica el vestuario y comprendí que es cierto”, sostuvo. Además del básquet, en sus diferentes facetas, Gustavo hizo periodismo durante un par de años y en su vida profesional sigue desempeñándose como martillero público.
En su paso en la dirección técnica vivió el proceso de transformación del básquet paranaense que en la actualidad se ha vuelto muy competitivo. “La primera división se ha vuelto realmente muy competitiva, cada equipo ha tomado el laburo de forma seria con pretemporadas en enero y luego entrenan toda la semana. Además los cuerpos técnicos trabajan muy bien, hacen scouting y hacen un laburo muy lindo”, señaló
“Esa forma de trabajo también se nota en la B y la C de la Asociación Paranaense de Básquet, todo con total seriedad y el que no entrena no juega. Hay veces que los equipos no tienen cancha hasta las 11 de la noche y van igual porque quieren mejorar para que su equipo gane. Y estas costumbres hace unos años no se veía”, destacó Agasse.
“El básquet de antes era difícil”, aseguró el ahora dirigente. La experiencia de jugar los torneos argentinos de ascenso le permitió vivenciar la dura realidad que era jugar en el interior y sobre todo de visitante. “Las canchas del interior de Entre Ríos eran complicadas y a veces era preferible perder en una final apretada y no ganar porque cuando ibas a la vuelta no sabías que podía pasar. Me pasó de tener que salir por la ventana del vestuario, subirme al colectivo e irnos escoltados por la policía”, recordó.
Y recordó una experiencia con Echagüe en el TNA. “En un partido fue un solo árbitro y cuando tenía que ir a la mesa de control a marcar una falta atrás se armaba una batalla campal. Fueron casi 28 años y he visto de todo. Hoy es una hermosura el juego porque no hay mala leche, se juega rápido, los árbitros son más profesionales y están las cámaras”.
Otro de los recuerdos de lo duro que era jugar en el interior lo trasladó a un partido en Olavarría donde terminó lesionado por una moneda. “La cancha reventaba con más de 6 mil personas. Hubo momentos donde nos tiraban con caramelos y yo les decía tira de menta hasta que en un momento viene algo directo a mi y era una moneda que me pegó en la frente. Cuando me toque tenía sangre”, rememoró.
Durante toda su carrera el apoyo de sus seres queridos fueron fundamentales para encarar todos los objetivos que se propuso. “Mis chicas, mi esposa e hijas me bancan todos los días, son el sostén de mi vida. Si de algo estoy orgulloso ES de la familia que he podido formar y que me siguen acompañando, así que muy feliz por eso”, aseguró el Flaco Agasse.
Su hermano Enrique “Quique” Agasse también ha sido un pilar fundamental, sobre todo porque fue quien motivó esta pasión por la pelota naranja. “Un grande el gordo. Es mi hermano y es mi amigo también con el que sigo compartiendo. La verdad que me siento un tipo afortunado de tenerlo cerca”. contó.
El básquet, ya en su etapa de entrenador y ahora como dirigente, también lo llevó a compartir con su ahijado, Nico Agasse. Es un jugador tremendo, de Selección que lo respetan compañeros y rivales, algo difícil de lograr en el deporte. Lo siento como un hijo”.
Las personas que lo conocen destacan que siempre el Flaco, donde sea que vaya, está con una sonrisa. Cualidad que el propio Gustavo reconoce y lo hace para generar empatía. “Lo he pensado y sé que siempre le saco una sonrisa al que está enfrente a mí. Eso me lo he propuesto porque creo que es la forma de ser positivo. Y cuando pasan cosas malas, que a todo el mundo le sucede, siento que algo bueno a eso hay que sacarle. Pienso que lo mejor está por venir”.
Sobre su carrera en el deporte reflexionó: “Hoy puedo decir que después de tantos años conseguí ser una persona muy feliz. No tengo nada que reprocharme, estoy bien emocionalmente, con mis cosas ordenadas, con una hermosa familia, con muchos amigos con los que disfruto siempre”.
Asimismo comentó que si tuviese que cambiar algo del Gustavo más joven dijo que “cambiaría de no ser tan confianzudo, que no crea en que toda la gente es buena por que hay excepciones. Además me aconsejaría que siga entrenando y que elongue, cosa que en esa época no se habituaba”, comentó con gracia.