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Johanna Puchetti, profesional de la medicina y jugadora del básquet de élite

A los 34 años las crespense apuesta todo a seguir dando lo mejor en el deporte que tanto ama. Médica recibida, ejerce pero prioriza la pelota naranja.

Llegar a lo alto del básquet formó parte del sueño de Johanna desde que comenzó a jugar a los 12 años. “Tener ese sueño ayudó a que trabaje duro en ese objetivo. Se fue dando de a poco, cuando ves que tu esfuerzo se plasma y tenés posibilidades de competir a otro nivel es como que te vas tentando y decís lo puedo hacer y sigo ese camino. Desde el amateurismo trabajaba duro como si fuese profesional, es como que uno ya tiene esa cabeza”, reconoció la deportista.

El básquet y Puchetti se conocieron a los 12 años cuando ella vivía en el sur argentino en 28 de Noviembre, un pueblo ubicado a 260 kilómetros de Río Gallegos. “Fueron cinco años que estuvimos ahí porque mi papá es militar. Pasaba muchas horas en el polideportivo porque no había otras cosas para hacer”.

“Aprendí muchos deportes básquet, voley, hockey, no me faltó nada. Y cuando nos mudamos a Paraná no sabía qué hacer, me gustaba mucho, aún me encanta, el handball y no había y hoy es una asignatura pendiente. Fui a entrenar hace un par de años, con las chicas de Sociedad Unión Arabe, ya quería jugar liga pero no me dio. La realidad es que me tuve que decidir y me quedé con el básquet”, sostuvo.

Después de esos primeros inicios, comenzó el arduo trabajo de alcanzar su sueño lo que implicó mucho esfuerzo y dejar de lado muchas cosas. “Son muchos años de aprendizaje para un nivel de elite la verdad que cuesta porque hay que dejar muchas cuestiones, como los viejos hábitos. Es un camino largo que en realidad todo tiene que ver con todo. Uno puede entrenarse pero si no se cuida en la alimentación o no descansa bien, hay algo que falta”, dijo Johanna.

“Va todo de la mano en un camino que es largo y que a la larga a uno le queda el hábito. Por más que uno no compita realmente cuesta volver porque uno puede tener sus permitidos pero se siente mal porque te acostumbras a esa vida”

Su carácter y forma de ser, fueron primordiales para enfocarse en el alto nivel. Ella entiende que eso “te da objetivos y a sobreponerse a ciertos obstáculos. Como los torneos locales que con los años te das cuenta que no tiene tanto empuje y está medio parado. Por eso creo que el carácter tiene que ver muchísimo a mi me ha llevado a bancar un montón de situaciones en mi carrera que tal vez otras personas hubiesen desistido”, manifestó.

Pero en la vida de la joven crespense de 34 años no todo fue básquet. Estudió y se recibió de la carrera de medicina. Hoy ejerce como clínica médica. “Hacer ambas cosas fue duro y difícil de manejar, pero creo que me supe organizar. Tengo menos noche que el sol, no salía a ningún lado porque si lo hacía no rendía al otro día. La realidad es que tiene que ver con las ganas y tenía muchas ganas de probar eso. Tenía tantas horas para estudiar, para entrenar y sin darme cuenta pasaron 5 o 6 años”, contó.

“Era correr todo el tiempo de un lado a otro. Mis padres pensaban que ya estaba con la pelotita, pero era lo que yo quería”, contó.

Actualmente trabaja en una obra social, haciendo consultorio en el sector de demanda espontánea. Hace un tiempo trabajó durante dos años en el Hospital Militar. “No hice especialidad en residencia. Aún me quedan tres materias de deportología que cursé estando en Obras y no terminé. Estando ahí pude entrar en una residencia, en neurología, pero no me dio el cuerpo y la cabeza. La pasé mal porque no me alcanzaban las horas, era mucho estrés”. Asimismo, Johanna aseguró: “No soy de comprometerme con el trabajo por el básquet”.

“La realidad es que la presión, el querer estar mejor que tus compañeras para jugar más es todo un día a día que te va generando una coraza propia que quizás podes escuchar a personas que valoras. Ni hablar de mis viejos, de mi pareja, de mis amigas siempre fueron palabras de apoyo en situaciones que decís va a pasar. Y tenía la última palabra si quería seguir o no”, explicó la basquetbolista ex Talleres de Paraná.

Y remarcó: “La tranquilidad que tuve una vez que me recibí era que ya tenía mi título. Tengo mi espalda si no quiero seguir jugando, pero disfruto mucho esta etapa. También dude en dejar la carrera porque te tientan muchas situaciones. Estuve como médica del ejército, pedí la baja porque no podía hacer las dos cosas y elegí seguir jugando”.

Ese doble rol, basquetbolista y profesional de la medicina, le permite ser reconocida por sus colegas y a ella le genera tranquilidad de haber hecho bien las cosas. “Lo noto en las más chicas ese reconocimiento hacia mi. En cierto punto después de mucho trabajo y esfuerzo da tranquilidad porque no es un camino fácil.

“Me pude recibir en tiempo y forma pero hubo un montón de sacrificio atrás. Antes no era así, el calendario no lo permite. Ahora las universidades dan mucho más aval para los deportistas, hay asociación de jugadores que si estás estudiando permite gestionar algún permiso, acomodar horarios que antes nos costaba mucho más hoy se puede hacer”, acotó.

Y remarcó: “Es un aprendizaje terrible. Me doy cuenta que lo que me ha pasado antes me da cierta sabiduría para afrontar otros desafíos”.

Tratando de superar la lesión, Johanna tiene nuevos horizontes basquetbolistas en el norte del continente americano. “Cerré contrato con un club de Guadalajara, México y me están esperando. Por la lesión y por el pasaporte que tuve que renovarlo y está demorando más de lo habitual. Igualmente pienso que pase el tiempo para recuperarme mejor y no ir en una pata. Pero es muy difícil”, señaló.

La lesión en una de sus piernas marca una etapa distinta en su carrera que la aleja de las canchas por un tiempo y la obliga a tomar un descanso. “Fue más un tema de la cabeza y más a mi edad, pienso que más veterana y con cierta madurez para algunas cosas. Venía a full y frenar de golpe es complicado, sobre todo manejar la ansiedad de volver. Ya son casi 4 meses y cada vez es más difícil. El dolor está y no te sentís confiada, hay miedos", contó.

Competir en el profesionalismo conlleva muchas otras cosas. Es consciente que en el alto nivel que le toca competir no todo es color de rosa. “Cuando vas a jugar a otro lado todo es incertidumbre todo el tiempo. Sigue siendo así con cada contrato que firmas. Cuando te dicen te quieren tal equipo y es como que te quedas alucinada, si bien tenés un representante que te apoya y sabe lo que te gusta, es una situación que vas viendo y pensás con que te vas a encontrar. Te puede ir fantástico como te puede ir muy mal. Esta bueno ser maleable o medio camaleón y vas viendo y cuando ves que no es no es”.

A los 34 años aún tiene ganas de continuar, aunque la lesión le hace replantearse su carrera es optimista de cara al futuro. "Es como una señal y la realidad es que es una señal para volver mejor. Lo tomo así. En su momento fue una situación compleja por el parate, pero siempre queda la gana de revancha".

EL MEJOR MOMENTO DE SU CARRERA

"Mi última temporada en Obras Basket estaba consolidada en el equipo me sentía muy bien y eso me permitió irme a España nuevamente. A partir de ahí, en mi última temporada que sentí que era mi apogeo se fueron dando cosas buenas. Más consolidada, madura, con mayor lectura de juego y esas cosas que me fueron dando experiencia", reconoció.

La ala pivot estuvo jugando en el CB Arxil de Fontevedra de la liga A2 de España. Sus otras experiencias fueron en la Universidad de Medellín, Colombia; en Pabellón Ourense, España; entre otros.

SU MEJOR EQUIPO

"El mejor equipo el de Obras cuando salimos campeonas metropolitanas que había quedado segundo en Liga Nacional contra Quimsa. Le ganamos a Berazategui, fue terrible ese partido", reconoció la crespense.

PRIMEROS AUXILIOS A UNA RIVAL

En Colombia, y en medio de la pandemia, tuvo que poner en práctica lo aprendido dentro de la medicina y socorrió a una rival que tuvo una lesión en la ceja. “Como estábamos en burbuja no podíamos salir a buscar a nadie y necesitaban una médica. Así que la tuve que suturar y con lo que tenía a mano”, contó Puchetti.

“Suture con lo que tenía a mano, cosa que aprendí en el Centro de Salud San Martín, gracias a la doctora Yanina Pross. Era con una aguja intramuscular que la tenía que doblar. Por suerte la chica se bancó porque teníamos poca anestesia. Estaba preocupada por cómo le iba a quedar pero salió todo bien”, recordó.

Fotos Estudio y Album Johanna.

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