"Moncho" nació en una familia humilde, pero de renombre en el fútbol nacional. Fue el primer jugador de la Liga Paranaense en ser citado a un seleccionado argentino. Se formó y debutó en Patronato, pasó por equipos de primera división e hizo carrera, con destacadas actuaciones, en España.
El fútbol marcó su vida, le dio la oportunidad de conocer el mundo y llenarse el pecho de orgullo de haber conseguido sus objetivos que tuvo desde niño. “Yo una vez le pedí a Dios tener mi casa y mi auto y jugar en la selección Argentina. Me concedió esas cosas, que es lo más importante que tengo”.
El fútbol fue importante para el desarrollo de su familia. “Le dio la educación a mis hijos, le permitió conocer lugares a toda mi familia, lo pude disfrutar porque es un deporte muy lindo donde uno hace lo que le gusta y te pagan, pero es muy sacrificado porque hay que dejar muchas cosas”.
En ese sentido, Juancho se reconoció como un hombre amante de lo suyo, bien paranaense, entrerriano y argentino. “Por eso me costaba un poco el fútbol pero era lo que le daba de comer a mi familia que empecé a formar cuando tenía 19 que me casé con mi señora a la que conocí en Patronato cuando ella jugaba al básquet”.
Nació en barrio Villa Sarmiento de la ciudad de Paraná y su infancia transcurrió rodeado por su familia. “En la zona estaba mi abuela, en la esquina, mis tíos ahí cerca, y nosotros que éramos mis padres y 5 hermanos, 4 varones y una mujer que se sumaba a jugar al fútbol con nosotros”.
“Vengo de una familia muy humilde. Cuando hacía calor, pasábamos calor, cuando hacía frío, pasábamos frío, cuando no teníamos que comer no comíamos. Yo era solidario con mis hermanos porque por ahí nos quedábamos sin comer con mi mamá para que coman ellos y mi viejo. Igualmente éramos felices”, sostuvo.
Sus cualidades para el fútbol le permitieron cambiar esa realidad totalmente. Los destinos hicieron que de Patronato emigre al fútbol grande de Argentina y de ahí al exterior. “Cuando estás en ese momento, de estar jugando en Europa, no dimensionas las cosas que tenés. Es más, lo que más quería cuando estaba allá era juntar algo de dinero para venir a Argentina y estar con la familia y los amigos para comer un asado, jugar un partido”, reconoció.
Moncho también fue parte del equipo de Patronato que enfrentó a Boca Juniors en un amistoso en el Grella en 1981. “Patronato tenía un equipazo. Yo era el jugador más joven del equipo y en Boca era Maradona. Recuerdo que me fue bien, fui una de las figuras”.
UNA FAMILIA CON HISTORIA EN EL FÚTBOL ARGENTINO
Con su hermano Jorge, emblemático exjugador de Boca, compartió cancha y picado desde chico, sin embargo nunca lo hizo en partidos oficiales. “De chico cuando yo jugué medio trucho en Belgrano jugamos juntos pero nunca llegamos a jugar en primera”.
“Cuando Jorge era Superman en Boca, era como un dios, lo acompañábamos a todos lados. Nosotros sabíamos cómo era él y todo, entonces en ese momento toda la familia se hizo famosa y hasta nos confundían. Él era muy rebelde era el más rebelde de todos los hermanos se escapaba cuando era chico mi papá lo tenía que salir a buscar por Villa Yatay. Era muy enamorado como todos nosotros”, contó Moncho.
“Los dos hicimos historia en el fútbol argentino porque somos los hermanos que nos hemos enfrentando y nos hemos hecho goles. No sabía ese dato hasta que me lo contó Rodolfo Motta una vez que estaba como entrenador de un equipo y se hospedó en Paraná. Me invitó a hablar un rato y me contó eso. Y solíamos mirar a los hermanos que jugaban en contra y nos pasó con Gonzalo Higuaín jugando para River y Federico Higuaín en Nueva Chicago, Gonzalo hizo gol pero Federico pegó en el palo”.
LA FORMACIÓN PARA TODA LA VIDA
Proveniente de una familia humilde salió a demostrar lo mejor de si y pudo triunfar. Igualmente no oculta su pasado y reconoció que no fue fácil pero supo afrontar la vida gracias a la educación de sus padres.
“Nosotros tuvimos una educación de dos padres analfabetos, pero una educación intachable. Nosotros nunca buscamos un pleito, siempre estuvimos a la defensiva cuando nos atacaban. Por ejemplo cuando ibamos a la escuela lo tenían de punto a Pelito y saltábamos con Jorge para defenderlo. Y eso forjó mi personalidad que la apliqué siendo futbolista”, señaló.
Y reconoció: “Siempre fui un niño feliz. Me arrepiento de algunas cositas que he hecho, pero se que desde esa edad de niño en adelante he sido honesto, buena persona, tratando siempre de ayudar a la gente, siempre diciendo las cosas bien, lo justo y sin ofender a nadie, mirando siempre la cara”.
“Mi padre nos decía que caminemos con la cabeza arriba, con los hombros levantados y la mirada hacia adelante. Hay que caminar siempre mirando de frente, caminando a pie firme con respeto, con honestidad, con humildad, con educación y con mucho sacrificio que con eso se llega a un buen puerto”, manifestó.
GRAN DEFINIDOR
Una de las características de Juancho Comas era su definición que la fue perfeccionando desde joven, la explotó en toda su carrera y hasta el día de hoy mantiene casi intacta. “Abelardo Carabelli, con el que jugué en Unión de Santa Fe me dijo que cuando entre al área que ponga la cabeza en un freezer y me tome el tiempo para definir con el pie interior, con un toque suave. Con el tiempo se me hizo fácil y sigue siendo así porque cuando entrás al área sabés que no te pueden tocar”.
“No era de hacer goles con pegada fuerte, en mi última etapa en Argentinos Junior si hice un par, pero siempre me gustó definir debajo del arco o gambetear y definir”, contó Comas que además reconoció que su mejor momento fue en Racing de Córdoba, disputando la primera división argentina. “No estaba en mi peso, ni físicamente, bien pero estaba derecho”.
CITADO A LA SELECCIÓN
En 1981 Juan recibió una de las mejores noticias de su vida y que impulsó aún más su carrera como futbolista. Ese año el paranaense recibió el telegrama que lo convocaba para formar parte de la Selección Argentina Juvenil. “Una vez mi tío estaba mirando un partido de la selección juvenil y me dice ‘están jugando los de tu edad y vos estas acá mirándolo’. Eso me quedó, me fui a mi casa y me puse a rezar, a pedirle a Dios que me dieran una oportunidad”, contó.
El momento que se enteró fue bastante particular por que lo hizo mediante la radio. “En ese entonces estaba en Diamante haciendo la colimba y a un muchacho le gustaba escucharlo a José María Muñoz en Radio Rivadavia y justo estaba leyendo la lista de la preselección y yo era el último de esa lista. Ese día llegó el telegrama a mi casa y al otro día llegó a Patronato con la citación”.
Fue el primer y único caso de un futbolista de la Liga Paranaense en ser convocado directamente a un seleccionado argentino. “Ojalá y Dios quiera se vuelva a repetir. Posibilidades tienen porque juegan en AFA y eso te vende. Es un sueño para todos los deportistas”.
Y de aquella experiencia guarda la anécdota que vivió el día que dieron la lista definitiva. “Me dormí y llegué tarde. Me llama Saporitti, que había quedado a cargo en lugar de Menotti, y empieza a hablar yo ya pensaba que no seguií y era que quedaba afuera el Negro Cablar. Desde ahí no llegué más tarde a ningún lado”.
Goycochea, Palermo, Paredes, Giovagnoli, Claussen, Burruchaga, Martino, Pato Secci, Genaro, el Turco García, Tapón Gordillo, Morresi, Tapia, entre otros fueron algunos de su compañeros en esa Selección.
“Tener la camiseta en la mano me trae muchos recuerdos como volver a la ciudad e ir a jugar con los amigos a la pelota. Creo que los Comas nunca perdimos la esencia de donde venimos, quizás nos pudimos haber equivocado mientras transcurrimos la vida pero estas son las cosas lindas que marcan una historia, una época, con el recuerdo de haber estado en una selección. Es impagable”, remarcó.
Tras ser parte del selectivo que disputó el mundial juvenil de 1981 en Australia, Juan Comas, por entonces en el fútbol español (Murcia), fue reclutado por el estallido de la guerra de Malvinas. “Tenía posibilidades de ir a jugar a Independiente, con Burruchaga, pero me convocaron por la guerra y me tuve que volver a Paraná”.
Por ese entonces Moncho también atravesó un dilema personal que le podía afectar su estadía como deportista en España. “Si me nacionalizaba español podía quedarme a jugar más tiempo, pero sentí que no estaba bien jurar a la bandera Española siendo que ya había jurado a la bandera Argentina”, señaló.
Y contó: “En Rayo Vallecano, donde me fue bien, fui goleador y ascendimos, me quisieron nacionalizar y como no quise me separaron del plantel por unos días. Al tiempo me fui al Marbella y después pasé por el Betis, donde también me pidieron hacer la nacionalidad. Ya para ese entonces tenía a mi hija María Eugenia y ya sentía nostalgia por volver”.