
A Uriel Lejtman le valió una compilación fílmica de sus presentaciones y mejores jugadas para que una prestigiosa universidad norteamericana lo convocara a jugar en su equipo de básquetbol universitario. El joven de 19 años emprendió el viaje en septiembre de 2019 y tras unas pruebas fue aceptado por La Sierra University de Riverside, California, para ser parte de los Golden Eagles.
“Es común en el reclutamiento universitario mandar videos con tus mejores jugadas y estadísticas. Los coaches siempre reciben videos, algunos los descartan y otros les interesa. A mi me invitaron a entrenar y probarme con el equipo y por suerte fue todo bien y me dieron una beca para jugar”, contó Uriel. Gracias a su iniciativa y sus proyecciones basquetbolísticas consiguió una beca total de la matrícula para jugar y estudiar psicología.
“El video tenía imágenes de cuando estaba en Sionista, club donde jugué toda mi vida, también con Estudiantes, donde jugué un año y cuando disputé un Torneo en Chile en el 2019. Fue un mix de lo mejorcito editado por mí”, reconoció el muchacho que se aloja en el complejo habitacional de la universidad.
La vida deportiva para un joven en Estados Unidos implica dedicación al deporte y sobre todo al estudio. “Tuve que adaptarme a muchas horas de entrenamiento mientras seguía estudiando, porque si no aprobás no podés jugar, ni siendo Michael Jordan te perdonan. Si no cumplis con el promedio mínimo no jugas”, sostuvo el juvenil que entrena todos los días durante 3 horas y un tiempo más dedicado al gimnasio.
Asimismo, el adolescente reconoció que la enseñanza norteamericana implica un mejor manejo del tiempo donde “siempre hay que rendir y estar atento a todo. Si te dormis, perdiste el tiempo que es valiosos y te enseñan eso”. “Durante la temporada, que hay que estudiar y jugar, hay que volverse maestro del manejo del tiempo. Cuesta algunas noches que hay que quedarse desvelado estudiando y al otro día hay que ir a entrenar, pero es parte de todo”, manifestó Lejtman.
Las Águilas Doradas compiten en la NAIA (Asociación Nacional de Atletismo Intercolegial). “Participan equipos de todo el país, en confederaciones. La de California es la más fuerte y competitiva por la cantidad de jugadores que hay. Clasificas a los playoffs y pasas de la conferencia de tu estado a jugar las nacionales”, contó Uriel que se desempeña como Ala-pivot y Alero. En su estadía en California tuvo la oportunidad de ver algunos partidos de los Clippers y los Lakers en la NBA
Pero su estadía y sus deseos de jugar más básquetbol se vieron truncados por la pandemia de Coronavirus, siendo Estados Unidos el país con más casos de infectados y muertos en el mundo. ““La actividad deportiva fue parada completamente, si bien la cuarentena no es obligatoria y se puede andar en la calle sin problemas, todos los lugares públicos están cerrados. Y los entrenamiento solamente son individuales por que no recomiendan hacerlo en grupo”, contó Lejtman.
“Creo que al estadounidense le cuesta tomar conciencia de la gravedad. La zona más afecta es el este, yo estoy en el Oeste. En New York hay más de 200 mil casos y están tomando medidas más extremas”, relató.
Uriel también tuvo que tomar decisiones muy importante como quedarse y sobrepasar la cuarentena solo sin sus afectos y familia paranaense. “No pude volver porque no estaba del todo claro en ese momento el tema. Sabía que si me iba y después tenía que volver, no podía ir a cursas las clases porque tenía que cumplir con el aislamiento y em dijeron que me quede hasta que todo pase”. Esto le permitió continuar con su carrera en el campus pero todo con clases online y cada tanto sale a hacer compras con el entrenador o el director de deportes de la universidad.
Pese a estos contratiempos, Uriel le apuesta todo a lograr ser un jugador profesional ya sea en Argentina o en cualquier lugar del mundo. “Pero ahora me gusta la idea de seguir estudiando a este nivel que es muy bueno”, manifestó.
Una odisea en busca de su sueño y el anhelo por volver a casa
Catriel Fonzo nunca pensó que perseguir el sueño de su vida, ser futbolista, le iba a resultar toda una odisea. En septiembre del año pasado viajó a Italia en busca de la ciudadanía y sobre todo conseguir un club de fútbol para iniciar su carrera. La oportunidad llegó a fines de enero de este año, consiguió un equipo amateur pero la pandemia tomó por epicentro al país europeo y se canceló todo. Esto lo llevó a estar varado sólo y ahora espera regresar a Paraná con su familia.
“Obtuve la ciudadanía en enero y ya a principios de febrero empecé a buscar club y la primera semana conseguí un club de la 5ta categoría. Como ya estaba cerrado el libro de pases no me quedó otra que ir a un club amateur en Basilicata, en el sur italiano. Me comencé a entrenar y jugar pero el 9 de marzo se dictó la cuarentena”, relató el joven de 19 años que estuvo sólo un mes en el Policoro que juega la categoría Eccellenza.
Ese fue el momento que comenzó la incertidumbre para Catriel que tomó la determinación de regresar a Argentina. “Dejamos de entrenar el mismo día y el presidente del club nos dio la opción de esperar que todo pase, pero siendo realista nos dijo que no se iba a resolver rápido y mucho menos si se iba a jugar. Nos recomendó si podíamos irnos o volvernos a nuestro país, por que en el complejo eramos 4 argentinos y un uruguayo”, contó.
“El 11 de marzo saqué un pasaje para el 20 de marzo con Aerolíneas Argentinas de un momento a otro tener que volverse era difícil. Por un lado me puse contento porque podía volver a ver a mi familia luego de 6 meses y todo lo que implica volver, si bien estaba planificado volver en mayo, que era cuando finalizaba el torneo. Pero el 16 de marzo, se cancelaron todos los vuelos y empezamos a ver otra alternativa”, relató.
Días más tarde sacó pasaje con otras alternativas pero todos le fueron cancelados. “El 28 de marzo iba a tomar el vuelo desde Roma, que pasaba por Francia y terminaba en Brasil, y desde ahí me iba a la frontera con Argentina, ya que por ese entonces cancelaron los vuelos en Ezeiza e impedía ingresar al país. Pero me la jugué porque el DNU (Decreto de Necesidad y Urgencia) tenía una letra chica que quienes estaban en tránsito tenían 48 horas para entrar”, relató Fonzo.
“Me tomé un tren hasta Bari y luego un vuelo a Roma. A una hora del embarque me dijeron que no podía irme porque estaba todo cerrado. Me comuniqué con mi viejo y empezamos a contactar con el Consulado, que mediante el DNU establecía un plan de ayuda a varados. Si bien ese día, que se canceló todo, me quedé sólo en un hotel cerca de la estación de trenes, ahora estoy hospedado en una congregación franciscana”, dijo Catriel, hijo del reconocido árbitro de AFA, Adrián Fonzo.