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En Paraná Campaña hizo más de 250 goles

Mario Misere, un goleador nato del fútbol regional

"El Verdugo" rompió redes en Paraná Campaña, Liga Paranaense y Rafaela. Debutó a los 16 en Atlético Hasenkamp, su segunda casa y el lugar que lo formó como persona y deportista. Una vida marcada por el sacrificio y la pasión por la pelota.

Nació en Hasenkamp y desde chico el fútbol fue su mejor pasatiempo. Salir a jugar a la pelota significaba ir al baldío de al lado de su casa al que habían apodado la “cancha de marito”. “Iban todos los chicos del barrio donde pasábamos horas jugando. Salíamos de la escuela e íbamos directo a jugar a la pelota. Y yo ya era medio cascarrabias, quería ganar nada más” recordó Mario.

Atlético Hasenkamp fue su primer equipo, donde empezó a practicar a los 10 años y desde entonces se convirtió en su segunda casa. No solo fue el lugar que lo formó como futbolista, además fue su contención. “Hoy soy lo que soy gracias al club. Me enseñaron a ser una persona respetuosa porque yo de chico era complicado. El cariño que no me dieron en mi casa me lo dio el club y su gente, desde los directivos hasta los jugadores”, valoró el exdelantero que debutó en la primera de la institución con tan solo 16 años.

El derrotero por el fútbol lo hizo vestir las camisetas de clubes entrerrianos y de un santafesino: Atlético Hasenkamp, Unión de Alcaraz, Deportivo Bovril, Deportivo Tuyango, Atlético Hernandarias, Independiente de Hernandarias, Unión Agrarios de Cerrito, Seguí Fútbol Club, Martín Fierro de Maciá, Libertad de Victoria, Patronato, Atlético Paraná, Sportivo Urquiza y 9 de Julio de Rafaela.

“Mi sueño siempre fue ser jugador profesional, pero no tuve la suerte de llegar. Igualmente no estoy arrepentido de la carrera que hice, más allá que no logré ese objetivo dejé mi huella en el camino. Hoy con el tiempo veo ese reconocimiento como futbolista pero más como persona que me dan su afecto, cariño y aliento”, señaló Mario.

A mediados de los 90 y principio del 2000 fueron los mejores años deportivos para Misere que pudo disputar el Torneo Argentino B con el rojinegro paranaense, pero sin embargo esas oportunidades de escalar categorías no se vieron. “Al no tener representante fue difícil llegar, más que los jugadores de mi época no tuvimos esa chance de equipos que jueguen en Nacional B o en Primera. Si después del 2000 estaban los Argentinos, el Torneo del Interior donde la gente ya te miraba destino y además los jugadores cobrábamos algo. Tuve la suerte de vivir del fútbol cuando estaba en Patronato y en 9 de Julio”, contó.

Asimismo, reconoció que en los otros equipos también percibía un salario que no alcanzaba por eso debió salir a trabajar. “Me tocó eso pero no estoy arrepentido porque estoy feliz de la carrera que hice recorriendo 14 clubes”.

La carrera de Misere también estuvo marcada por una gran cantidad de goles. “Nunca llevé la cuenta, pero en Paraná Campaña hice más de 250 goles más o menos. El año que más hice fue en 2001 con Atlético Hasenkamp y con Independiente de Hernandarias que hice 29 goles en 30 partidos”.

El goleador reconoció que cada vez que la pelota tocaba la red disfrutaba muchísimo el festejo de la gente. “Me acuerdo de los gritos de los hinchas. Además fui una persona que nunca me burlé de nadie, ni de hinchas ni de rivales. Si tenía los cruces dentro de la cancha pero afuera era normal cruzarse con los otros jugadores en las cantinas de los clubes y hasta llegaban a felicitarme”, reconoció.

“Los que más recuerdo fueron de tiro libre, a María Grande en una semifinal que le pegué cruzado y fue al ángulo. Y después otros de media distancia, y de media chilena a Bovril y a Patronato”, sostuvo El Verdugo, apodo ganado por un compañero

“Me lo puso el Tano Geminiani después de un clásico entre Atlético y Sarmiento en el que hice 4 goles. En ese partido el delantero era Fredy Gaggión, y en ese entonces nos pagaban por gol, y resulta que lo choqué en un centro y le robé el gol. Ahí nació el Verdugo”, recordó el delantero que en sus comienzos se referenció mucho, por su fuerza, con Omar “Turco” Asad el por entones atacante de Vélez de 1994.

EN EL FÚTBOL PARANAENSE

Mario Misere pasó del Paraná Campaña, y tras años después de jugar en Santa Fe, al fútbol paranaense. Primero vistiendo la casaca de Atlético Paraná desde 2003 donde conquistó dos Ligas Paranaenses, después se fue a Sportivo Urquiza y años más tarde recaló en Patronato donde jugó un Torneo Argentino B de la mano de Luis Murúa.

“Trabajaba muy bien Murúa pero era complicado de sobrellevarlo pero era un buen tipo. Aprendí mucho de él”, sostuvo.

Haber llegado del Paraná Campaña no fue impedimento para adaptarse en el fútbol de Paraná. “Va en cada uno, en como sea como persona. Si sos buen tipo, ya el jugador o el compañero te va ‘calando’ y saben las intenciones que tenés. Por suerte nunca tuve inconvenientes en los clubes que estuve, siempre fui bienvenido y he dejado amistades que aún conservo”.

En cuanto a su juego, Mario se definió como un jugador rústico pero firme. “Me gustaba el roce. Igualmente era de arrancar y llevarla o de ir directo al choque para demostrar acá estoy”.

EL FÚTBOL DE PARANÁ CAMPAÑA

El fútbol de Paraná Campaña siempre marcó la diferencia con respecto al de Paraná o de alrededores por la pasión con la que juegan y por el acompañamiento de los hinchas en cada partido.

“En los pueblos el fútbol se vive con mucha pasión. Si al pueblo le sacás el fútbol se muere el deporte. Es la forma que los habitantes de cada localidad colaboran con la institución que lo representa. Todos quieren salir campeón, porque más allá del prestigio que genera, le levanta el ego a los hinchas, por la fiesta que se genera como festejo con las familias. Es algo que el que la vivió sabe lo que significa”.

Esa pasión que le ponen los jugadores, y las condiciones que le ponen los hinchas cuando a uno le toca ir de visitante, hacen que el fútbol de Paraná Campaña sea muy complicado. “A muchos de los chicos que me dicen que van a ir a jugar ahí les digo entrenen porque no es fácil. No es para cualquiera, muchas veces van confiados y se les hace complicado. Creo que es todo entrega, amor, sacrificio porque la mayoría de los jugadores laburan y van a entrenar y siempre buscan la gloria”.

LABURAR PARA VIVIR

El fútbol siempre fue su prioridad, pero la situación económica familiar lo obligó a salir a rebuscarse la vida ya desde chico. Con tan solo 12 años, Mario dejó la escuela y se dedicó a vender quiniela, fue albañil, trabajó en un silo y playero de una estación de servicio.

Dejar de lado la enseñanza escolar desde muy chico lo hizo aprender muchas cosas de golpe. “Me formó muchísimo, me dio carácter, me dio actitud, me dio enseñanzas de la vida. Así y todo no estoy arrepentido”, señaló Misere.

“A veces es una locura pensarlo pero para mí el fútbol es como la vida cotidiana porque el fútbol te marca y la vida es lo mismo. Para ganar en el fútbol vos tenés que entrenar, mejorar todos los días y la vida cotidiana es lo mismo porque hay que salir a pelearla día a día”.

“Por más que vos tengas título, por más que estés bien económicamente, si o si tenés que salir a laburar y superar obstáculos”, reconoció.

De más grande, y radicado en Paraná, emprendió con un ciber-rotiseria. “Al negocio lo tuve en barrio La Rosa que en su momento fue furor, pero me fueron un poco mal las cosas, lo cerré y me volví a Hasenkamp. Al tiempo de eso me llamaron desde Patronato y volví”.

Hoy, y como desde hace 18 años, trabaja de repartidor de mercadería para un empresa distribuidora paranaense. “Tengo una rutina linda porque estoy en contacto con la gente y por ahí siento el cariño de ellos”, contó.

Sin embargo el vínculo con el fútbol lo sigue teniendo como entrenador de mayores del equipo de Colonia Avellaneda que participa en el torneo amateur Liga de los Pueblos con 13 equipos en competencia.

“Me lo ofreció un amigo, Pepi Díaz con el que jugué en Atlético Paraná y en marzo empezamos. Hicimos un buen trabajo con un grupo de chicos que demuestran mucho compromiso y responsabilidad. Llegamos a la semifinal pero nos descuidamos y perdimos la llave”, contó.

SANGRE CARNAVALERA

Nacer en Hasenkamp significa tener en la sangre la samba y la pasión por el carnaval. Mario no es ajeno y desde chico baila en las comparsas de su ciudad. “Empecé desde muy chico en Malibú, pero después por amistades terminé bailando en Marumbá”, contó.

“Verme bailando demuestra cómo encaro la vida con felicidad. Considero que hay que disfrutar la vida porque es corta, tenemos sobre saltos pero hay que disfrutarla porque es hermosa”, valoró

EL AMOR POR SUS 7 HIJAS

“Siento un amor y emoción enorme por ellas”, señaló Mario por sus hijas. “Se que no fui buen padre, me he equivocado porque no he estado cuando querían que estuviese, pero siempre les demostré cariño y afecto. Son mis 7 orgullo que me han dado cuatro nietos, entre ellos un varón que puede ser el heredero de Mario Misere que juega de 9 en Unión de Alcaraz”.

Y reconoció: “Siempre se los digo. Soy un agradecido que me siguen amando, creo que me van a seguir amando toda la vida. Quiero que se sientan orgullosas por el padre que tienen porque jamás van a escuchar nada malo de mi”.

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