
El paranaense está en la última etapa de su carrera como catcher en el deporte que acogió desde chico que lo llevó a triunfar en el mundo y a ser un referente. Bruno contó sobre el pronto adiós al deporte, habló del legado que deja para las futuras generaciones y su historia contada a través de “La inversión más grande”, el cuento que forma parte de Pelota de Trapo 4.
Bruno Motroni es uno de los consagrados deportistas que dio la ciudad de Paraná y la provincia de Entre Ríos. El excapitán de la Selección Argentina de softbol masculino transita la última etapa de su carrera tras varios años integrando distintos planteles albicelestes y equipos en las ligas más importantes del mundo. Esos sueños de niño, de los que en un principio tuvo que afrontarlo, lo llevaron a ser el capitán del último campeón del Mundo y uno de los jugadores más reconocidos en el ambiente del sóftbol, reconocimiento otorgado por compañeros y rivales.
En 2019 fue elegido con casi el 54% de los votos y se convirtió en el primer argentino en representar a los atletas en la Junta de la División Sóftbol de la WBSC y a la Comisión de Atletas de la WBSC.
La vigencia en el deporte se denota tras más de una década de nominación en nominación en los premios más importantes del deporte argentino. Las destacadas actuaciones le permitieron ganar dos Olimpias de Plata (2013 y 2015), tras ser nominado cuatro veces y no poder ganarlo, y un premio Konex.
Pero el gran esfuerzo dedicado a agigantar la historia del sóftbol argentino ya generó un desgaste que lo acerca al retiro. “Es un desgaste mental por una sumatoria. La rutina de ir a un gimnasio e ir a jugar lo haces, pero por ahí te cansas. Termina la temporada acá empieza en Estados Unidos, volvemos y empieza acá. Es un círculo que tenemos hace años y no paramos nunca excepto por la pandemia. Es también el desgaste diario, la familia, el día a día. La verdad que es un desgaste pero el que lo hace lo hace desde muchos años, ya lo hago con gusto, si bien en este último tiempo estoy más cansado donde cuesta el doble ir a entrenar”, aseguró.
“El día que no tenga ganas dejo todo. Ya lo pensé a ese día, lo tengo cada vez más presente porque estoy muy cansado. Lo iba a hacer este año en el mundial de Nueva Zelanda, que lo postergaron para fin de año y después quedarían los Panamericanos de 2023 en Chile. Y me gustaría retirarme ahí ganando una medalla”, señaló Bruno que a mediados de 2020 dejó de ser el capitán argentino por decisión propia.
Empezó a jugar en Patronato “en un club con mucha historia en el sóftbol y un equipo con muchos amigos”. Con la Selección jugó en seis mundiales. Su talento lo llevaron a jugar a Estados Unidos, Canadá y Europa, con destacadas actuaciones.
Jugó para Bloomington stix 2007; Mindak Miller 2008, Midwest Stampeed 2009; Angels 2010; Pensylvania power 2013, Circle Tap 2014; Scarborouhg force 2015 y 2016; Hill United chiefs, 2017, 2018, 2019.En Europa jugó durante tres años en Roma y Noruega donde salió campeón de Europa y fue elegido el mejor jugador de la Copa de Europa.
DEL GUANTE A LA PLUMA
Ya en el epílogo de su carrera deportiva en el sóftbol, el paranaense tuvo una incursión en una impensada faceta literaria. Bruno Motroni se sumó a la propuesta que reúne historias y anécdotas de atletas argentinos: Pelota de Papel 4. Entre ellos se encuentran deportistas como Roberto Ayala, Roberto De Vicenzo, Cachito Vigil, Fabricio Oberto, Javier Mascherano, entre otros.
“La inversión más grande” es el título de su escrito que realiza una autoreferencia del ex capitán del actual campeón del mundo. “Me contactaron y me preguntaba si me interesaba hacer un cuento y acepté porque me gustó la idea”, reconoció Bruno que nunca se le cruzo por la cabeza ser parte de una iniciativa como esta.
El tema era de libre elección, podía ser real o ficticio, sobre su carrera o de lo que el deportista sintiera, pero el paranaense decidió contar su propia vivencia de lo que fue involucrarse en el deporte que hoy lo tiene como uno de los mejores jugadores del mundo. “Me guíe por los cuentos de Gago y Saviola. Entonces conté la historia de los miedos y prejuicios que tenía para jugar al softbol. No quería jugar porque eran más grandes que yo. Y mi vieja, para que decida vencer esos miedos me dijo que me iba a pagar 2 pesos si iba a jugar”. De ahí es que deviene su título, que por cierto sufrió varias modificaciones, pero que reflejaba su historia. “Dos pesos eran buena plata y mi vieja cumplió, sino olvidate”, recordó.
Después enlacé eso con el campeonato mundial. Esos prejuicios de antes de arrancar, los miedos antes de debutar en la Selección y en el mundial. Es todo autobiográfico, yo enviaba un cuento ellos lo corregían y me guiaban en lo que tenia que agregarle. Así fueron varias idas y vueltas”, contó el catcher de la Argentina.
El principal escollo a romper por Motroni era jugar con los más grandes, que eran de mayor contextura física y de más de 3 años de diferencia. Se sobrepuso y luego llegó otra encrucijada: en qué posición jugar.
“Yo siempre fui chico de físico y no me gustaba ser catcher, siempre soñé con jugar en segunda base. Pero yo agarraba la pelota y cuando sos catcher agarrar la pelota daba mayores chances de ganar el partido. Generalmente se le suele caer la pelota cuando uno es chico. Entonces como yo la agarraba el entrenador en ese momento, que era mi tío, me ponía de catcher. Además teníamos un chico que tiraba bien, entonces teníamos suerte de ganar varios partidos por nosotros dos. Yo la agarraba pero nunca me gustó la posición”, reconoció Bruno.
EL LEGADO
El campeonato del mundo 2019, las grandes actuaciones en los Panamericanos y los campeonatos juveniles han contribuido a promover el legado deportivo y, a su vez, a elevar la vara para ser jugador de selección.
Pero ese jugador profesional es más como un jugador amateur ya que no cuenta con gente que esté detrás de uno para controlarlo. “Eso va en la responsabilidad de cada uno y creo que ese legado llegó a nosotros, a la Selección y a cada jugador que sueña con estar en el equipo. Y los resultados nos avalan”, consideró Motroni.
Además, el experimentado softbolista reconoció que con el talento solo no alcanza, “seguro va a competir, pero olvidate que va a ganar pero es mejor para el deporte. La vara está muy alta y hay que lograrla. Yo creo que es el desafío de cada deportista de aspirar a lo más alto porque no creo en que nadie que compita a nivel internacional no quiera estar en los primeros lugares”.
“El que hoy entra a una selección sabe que entrena y juega como un profesional. Es algo que nos costó mucho tiempo conseguirlo. El actual jugador de selección sabe que tiene que cuidarse, ir al gimnasio, cuidarse en las comidas, entrenar en doble turno y otras cosas”, manifestó el jugador.
Adueñarse de esos hábitos hará que los deportistas mejoren, estén en continua competencia y en los primeros puestos. “El Mundial es el piso, no hay que empezar todo desde cero por eso la vara estará alta. El deseo de estar en la selección nacional hoy en día pasa por muchas de estas cosas, de ser un deportista profesional siendo amateur”. “Nosotros buscamos que si por ejemplo se sienten cansados y no quieren ir a un entrenamiento, busquen una alternativa para ir a otro horario”, añadió.
Está claro que la idea de Motroni es que la nueva camada sea profesional desde la mentalidad ya que la profesionalización del deporte está muy lejos, hasta de las propias decisiones de la WBSC (Confederación Mundial de Béisbol y Sóftbol). “Si hubiese sido olímpico hubiésemos estado clasificados al toque. Lamentablemente nos juega en contra eso. En cambio las mujeres si son olímpicas. Y el profesionalismo solo se ve en la liga de Estados Unidos”.
La obtención del título mundial generó muchas adhesiones y ganas de practicar el deporte, más en la ciudad de Paraná, pero sin embargo la pandemia le jugó una mala pasada y postergó todo. “El sóftbol en las escuelas se iba a retomar, volvieron a la escuelitas municipales, pero en las escuelas era un proyecto que se volvió a pedir para que se enseñe cuando se logró el campeonato”.
Y la crisis mundial por Covid también detuvo la buena marcha del elenco albiceleste en pos del crecimiento. “Podríamos haber jugado el panamericano el año pasado acá en Paraná, y tendríamos otros desafíos donde podríamos haber hecho más fuerte o grande al equipo. Pero creo que las oportunidades que tuvimos las aprovechamos, más en Paraná. En Buenos Aires o en la Argentina no se conocía mucho que había sóftbol, pero hoy en día saben que hay sóftbol y campeones del mundo”, sostuvo.
SU BARRIO
Bruno nació en barrio Los Aromos, una zona que cuenta con una gran peculiaridad. De ese sector paranaense surgió una gran camada de softbolistas: Laureano Martínez, Carrili, Gustavo Godoy, Mariano Montero, los hermanos Jury, Damian Mayorá, entre otros. Hasta el propio Eric Remedi, que se inclinó por el fútbol y hoy milita en la Mayor League Soccer.
Fotos capturas nota y álbum Motroni.