Saltar menúes de navegación e información institucional Teclas de acceso rápido Nosotros
Empezó como monitor a los 14

"Papona" Albornoz, el formador que cumple 40 años como DT

Ha pasado por las formativas y como entrenador de 1ra. en distintas instituciones de la región. Es marca registrada en la formación de cientos de gurises del básquet local y apuesta a recuperar el sentido de pertenencia por el deporte.

Tiene más de 40 años vinculados a la enseñanza con la pelota naranja. Ha pasado por las formativas y como entrenador de equipos de primera en distintas instituciones paranaenses y la región. Es marca registrada en la formación de cientos de gurises y gurisas en lo deportivo y en valores. Apuesta a recuperar el sentido de pertenencia para fortalecer y garantizar calidad basquetbolística en la capital entrerriana. Un agradecido a la vida, a su familia y las amistades que le dio el deporte.

Darío Papona Albornoz es sinónimo de formación basquetbolística con más de 40 años de experiencia en la capital entrerriana. Su inicios en el básquet están ligados a Quique desde los 9 años y en la adolescencia, motivados por un grupo de amigos se fue hacia Recreativo donde continuó como jugador hasta su retiro a los 21 años. Luego se dedicó a pleno a la conducción técnica y a la docencia escolar, donde transita su último año como maestro de primaria.

“Gracias a Dios todos los años he tenido una oferta laboral. Al principio siempre trabajaba uno o dos años en cada club y después me fui acostumbrando a que para ver algunos pequeños logros el tiempo tenía que ser un poquito más y siempre en el club que estaba trataba de pasar por lo menos tres años”, destacó el popularmente conocido como Papona.

En cuatro décadas dedicadas a la formación del básquet, Darío siempre repitió su fórmula de transmitir valores. “A los chicos o chicas que tengo a cargo trato de transmitir esos valores que en mi formación me transmitieron muchas persona, sobre todo Sergio Jarupkin por él inicie en Quique. Un monstruo como jugador y persona, y como docente, que si bien no era profe, inculcaba muchos valores”.

Comenzó a los 14 años como monitor en Quique Club y al tiempo continuó en el Recreativo. Fue DT de primera de Talleres, Olimpia, Echagüe (también en femenino), Hindú, Unión de Crespo, Patronato, Viale FBC, María Grande, Estudiantes en femenino y Diamantino. Además de entrenador de las selecciones formativas de Mini Básquet de Paraná. En cada institución ha dejado una huella.

Papona reconoce que su trabajo siempre lo hace con dedicación y sintiendo, y haciendo sentir a cada gurí un sentido de pertenencia por el club. “Siempre es un plus que no todos los clubes tienen. Todos juegan en un club, todos se divierten y compiten, pero la idea es dar un poco más por ese club, como ir a pintar o limpiar o participar de las ventas de lo que sea”

“Todo eso hace que el jugador o jugadora cuando llegan a primera es como jugar en River o Boca. Es llegar a lo máximo. Y hoy eso se ha perdido un poco, antes en cadetes, que es la actual U15 o U17, nos queríamos quedar para ver entrenar a la primera y por ahí nos llamaban para hacer los entrenamientos con ellos”, remarcó Albornoz.

El presente lo tiene con un trabajo, desde hace 8 años en el básquet de Patronato, un club que está recuperando de a poco ese sentido de pertenencia que genera que los chicos tengan ganas de estar.

“Tiene que ver con las personas que conducen, que son las que deben bajar se mensaje. En Patronato el abanderado de eso es Edgardo Buffa, que lleva más de diez años junto con un grupo de padres que lo transmiten día a día con sus chicos, porque aparte de ser dirigentes, son padres de chicos que están en el club”, destacó.

“Uno no nace como dirigente, son padres que colaboran con el club y a partir de ahí van tomando conocimiento de qué es lo que hay que hacer, cómo hay que hacerlo y lo transmiten con mucha pasión. Hoy Patronato se identifica, por ejemplo, en la subcomisión de básquet con las ventas de empanada de la mamá de Silvina Ducassi, que tiene una receta casera, o los locros del 25 de mayo, pequeñas cosas que identifican”, valoró. Y consideró que el fiel reflejo de la dedicación de las personas que integran el club es el reciente renovado piso de la cancha de básquet. “Fue un sueño deportivo que hoy lo podemos disfrutar”.

Su trabajo en el rojinegro dio sus frutos en 2022 tras conseguir por primera vez en su historia al conseguir el Campeonato Provincial - Copa de Plata en U15 y a los meses la Copa de Oro de la APB.

“Ese grupo se ganó el número 1. En un año lograron cosas muy importantes por la unión que tenían, el respeto y el sentido de pertenencia porque si los llaman para hacer algo en el club están en el pie del cañón. Me pasa lo mismo con las chicas de Rowing en la actualidad y son esos grupos los que me generan ganas de seguir laburando”, sostuvo Papona.

En el Viale FBC vivió una experiencia similar a la de Patronato donde se encaró un importante trabajo de conformación de los equipos de básquet.

“No teníamos una primera división y tuve que llevar a cinco o seis jugadores de Paraná que por ahí no estaban jugando en sus clubes. La idea era que los chicos de abajo, que pasaron por Premini, U15 o U17 se fueran mezclando, se fueran potenciando y lleguen a jugar en primera. Y tuvimos la suerte de tener una final, una más que tuve en el 2016 que perdimos con Talleres pero bueno, el objetivo era potenciar el club. Y la verdad que se potenció”, recordó de su trabajo en la localidad de Viale junto a Diego Faltoni que participó de ese proceso.

FORMADOR DE PROFESIONALES Y DE PROCESOS

“Me considero un formador y me gusta el proceso, el desarrollo, el avance del día a día y lo disfruto mucho”, resaltó Papona Albornoz. En ese sentido recordó su paso por Olimpia donde logró su primer título como entrenador.

“Ese fue un equipo con tres mayores Diego Faltoni, Juan Dreizigacker, Mauro Zárate y después eran todos juveniles. La mayoría de ellos hoy juegan en primera y en otros niveles. Pero pasar de dirigir U15 o U17 a tomar la primera y subir a esos chicos fue un logro muy importante que valoro mucho y lo tengo presente”.

Y en Patronato busca dejar ese legado para que los más chicos en un futuro se consoliden en el club y jugando en primera. “Ya tenemos el piso, hemos mejorado las instalaciones, los materiales deportivos, falta un poquito acomodarnos en el tema de horario, pero yo creo que el crecimiento es grande”, resaltó.

Papona es de festejar esos pequeños logros tanto personales como colectivo en pos de mejorar las instituciones, por sobre torneos. “Yo me pongo la camiseta del club donde estoy porque valoro mucho que la persona que me contrata es la persona que me da de comer y es la que me paga el sueldo a fin de mes. Entonces, ¿cómo no me voy a poner al pie del cañón cuando me necesitan para pintar una cancha, para lavar los pisos, para ir a una cantina o para lo que sea? Valoro mucho eso de parte de las comisiones directivas cuando me contratan”, señaló Darío.

En ese proceso de formar a futuros deportistas, Darío a lo largo de los años ha adquirido distintas metodologías de trabajo y también se ha aggiornado a los nuevos modos de enseñanza

“Antes los padres descansaban mucho en la palabra del entrenador como se descansaba mucho en la palabra del docente, de la maestra, de la directora de escuela. En cambio hoy se juzga todo, el cómo, el por qué, el para qué, el tono, si lo grita, si no grita. Pero normalmente los padres no saben lo que pasa en el día a día”, sostuvo.

“Trabajar con las formativas y en escuelas primarias te permite adaptarte. Trabajar con una primera es más sencillo manejarse, pero ya con chicos de 8, 9 o hasta 15 años las vivencias son distintas y el vocabulario y los tonos para hablar uno se tiene que adaptar a lo que ellos hablan y a las épocas”, subrayó Papona. “Vos lo llamas por teléfono y no te atiende pero le escribis por Instagram o tikTok al toque te responden”.

PAPONA

Para el afuera del ambiente del básquet el nombre Darío Albornoz puede sonar algo desconocido ya que en casi toda su vida se lo ha conocido como Papona o Paponita. La realidad es que el apodo “Papona” era propiedad de su hermano.

“Lo heredé por el parecido físico. Los amigos de mi hermano me decían Paponita porque andaba con ellos continuamente. Era el grupo de amigos de calle Maipú, eran todos hinchas de la barra de Quique de los años 80 super campeón de básquet, y yo como chiquitín iba y llevaba mi pelota. Y el Paponita se fue transformando en Papona”, recordó.

“Hoy mi hermano hace 22 años está radicado en España y se perdió el apodo. Y ahora cuando vuelve a Paraná y nombran a Papona el que se da vuelta soy yo”, contó.

UN ÍDOLO, SU HERMANO MAYOR

Guillermo Albornoz ha sido un gran soporte y motivación en toda su vida. En el año 84 cuando falleció su padre, Darío tuvo una gran contención de su madre y su hermano mayor. “Guillermo se transformó en mi viejo en todo sentido. Me ayudó, junto con mi vieja Leonor, a crecer, a formarme. La verdad es que lo amo”.

“Hoy todavía podemos disfrutarlo y la va a seguir luchando porque es lo que nos enseñaron nuestros viejos. Cuando las cosas no están bien o no salen hay que ponerle todo el corazón, toda la voluntad. Él la viene remando y nos enseña día a día a pelearla. Y la verdad que, si yo soy un ídolo, no tiene idea lo que es él para mí”, destacó sobre su hermano mayor que atraviesa problemas de salud.

SU FAMILIA

El apoyo incondicional y su motorcito son su familia. Dos personas que están siempre presentes son su pareja Carolina y su hijo Juan Cruz.

Después de separarse de su primera esposa y madre de su hijo mayor, Darío reconoció que le costó formar una nueva pareja y más con alguien ligada al básquet. “Nunca había estado con alguien del ambiente entonces la verdad que era todo un desafío. Hoy por hoy podemos disfrutar de las mismas cosas que amamos, somos muy hogareños y nos gusta estar mucho tiempo en casa, compartirlo con nuestros hijos y también compartir lo que es la naranja. Para mi ese apoyo significa un montón”

Con su hijo Juan Cruz tuvo una etapa difícil que fue tras la separación con su madre , donde no pasaba mucho tiempo y los momentos que tenian para compartir era fines de semana cuando Darío le tocaba trabajar. Así y todo, hace un par de años se disfrutan mutuamente con más asiduidad.

“Nuestra Comunión era en un club. Prácticamente Juan Cruz se crió en una cancha en Recreativo, en Unión de Crespo yendo y viniendo y en una época donde no tenía casa y nos hospedamos en el albergue del club Unión. Juan era muy chiquito, dormíamos en una cama de una plaza. Es decir que hemos pasado un montón de cosas y ahora la vida nos permite recuperar ese tiempo. Tenemos la misma pasión, se ha vuelto fanático de River hemos ido a la cancha a ver partidos”, contó, para destacar finalmente: “Agradezco la formación que pudo tener con su mamá y con su abuela, que tal vez estando conmigo en esos tiempos hubiese sido difícil poder educarlo”.

Teclas de acceso