
La joven oriunda de Crespo que se consagró campeona en la Liga Femenina de Básquet 2020 aprendió desde muy joven a convivir con el deporte que tanto ama y la apasiona con la diabetes y la celiaquía. Sofía repasó la obtención del título con Berazategui, recordó su paso por Talleres y contó cómo sobrelleva las enfermedades que le fueron diagnosticadas con tan solo 11 años.
La crespense Sofía Wolf comenzó el año consagrándose campeona con Deportivo Berazategui en la Liga Femenina de Básquet. La base de 21 años promedió 9,2 puntos en los 12 partidos disputados en la temporada que se vio modificada por la pandemia y que requirió el compromiso de cada deportista y de cada institución para que esto se haga posible.
“Se pudo jugar sin problemas y fue fundamental porque se notó el compromiso de cada jugadora, demostró mucha responsabilidad”, aseguró la entrerriana al no haberse dado numerosos contagios que hubiesen significado la postergación de la competencia
Sofi se mostró feliz por haberse coronado en la Liga y destacó las principales virtudes de Berazategui. “Por ahí el secreto estuvo en poder haber tenido un equipo largo donde podía jugar cualquiera. Todas podíamos hacer goles, asistir o defender, entonces cuando salías de la cancha tenías la confianza en que la otra iba a dar lo mejor. Daba mucha seguridad. Además cada vez que entrabamos a la cancha se notaba mucho que disfrutábamos de eso. Tuvimos una química tremenda y todo eso hizo que nos lleváramos la copa”.
Deportivo Berazategui, del partido homónimo de la Provincia de Buenos Aires, es la casa de Sofía desde hace 3 años, con un intervalo en el 2020, cuando decidió dejar Talleres de Paraná para seguir creciendo en el básquet. Hoy la institución “es un montón, mi presente y algo que no me imaginaba”, señaló.
“Antes de irme de Talleres decía que ni loca me iba a Buenos Aires porque estaba enamorada del club e irme cambia todo. Estaba acostumbraba a Crespo, a algo más chiquito, me encanta el campo y por eso no me imaginaba ahí. Cuando hablé con Juan Ferreyra me dijo que vaya a probar a ver si me gustaba”, contó.
“Llegué y me di cuenta que era un club de barrio como Talleres donde se sentía la familia, el apoyo, la contención y que daban ganas de quedarse. Eso fue lo primero que me llamó la atención. Y después de terminar muerta en los entrenamientos y ver a quien tenía enfrente para defender en un entrenamiento sabía que eso era genial y que me ayuda a crecer”, añadió.
Wolf integra la nueva camada de jugadoras de la Selección Argentina, pero además una de las tantas entrerrianas que triunfan a nivel nacional en el deporte de la pelota naranja. “Es un plus que tenemos las entrerriana. También es parte de la mentalidad y de la forma de ser, que la formaron Romanatti y Pata Gómez en la selección, por lo menos en las camadas donde estuve presente desde los 12 años. Siempre tuvieron eso para entrenar y ayuda ayuda muchísimo a formar una persona. Por eso creo que son una gran parte de todo esto que sucede”, señaló.”Hoy tendríamos un equipo tremendo y podía jugar cualquiera y no nos gana nadie”, añadió.
Además forma parte del cambio de época con mujeres triunfadoras. “La verdad que es tremendo. Si bien yo estoy desde los 5 años, hay mucha más historia atrás de eso. Igualmente he visto muchos cambios”.
Dentro de esas transformaciones destacó la cantidad horaria para entrenamientos que antes era relegado por otros eventos o partidos de la primera masculina. “En Talleres teníamos martes, jueves y sábados y listo, si el masculino tenía que jugar te sacaban el horario de entrenamiento y arreglate con lo que tenés. Ahora eso cambió muchísimo. Lo noté cuando llegué a Berazategui que se le daba más importancia, ya teníamos entrenamientos por la mañana. Cuando la cancha estaba libre podía ir cualquiera”, recordó.
“También fuimos ganando nuestro territorio y pasó en muchos clubes. Ahora incluso cuando no se jugaba, que estaba por arrancar la Liga, los varones nos brindaban horarios de cancha de su propio entrenamiento para estar preparadas. Eso es muchísimo a comparación de lo que teníamos al principio, pero es lo que nos merecemos. Nos fuimos haciendo ese lugar de a poco y hoy lo podemos disfrutar mucho más”, rescató la joven crespense que se inició desde muy temprana edad mirando a Manu Ginobili y más acá en el tiempo a Facundo Campazzo.
“Siempre me crié con esa mentalidad de prepararme y desde chica me encantaba e l basquet. Sabía que en algún momento quería vivir de esto, si bien en un momento fue difícil pensar en eso, más que nada porque básquet femenino no se veía mucho, pero pensaba que cuando sea más grande si se va a poder”, manifestó Sofía.
Tal es el afán de mejorar que durante la cuarentena incursionó en el entrenamiento online. “Seguía muchas academias que se especializan en movimiento porque soy muy detallista y me encanta todo lo que es técnica individual, aunque en realidad me gusta todo lo que sea básquet”.
Durante el aislamiento Wolf empezó a entrenar por medio de una web uruguaya y eso le permitió ser vista y elegida por el Montevideo Basket Ball Club de la Liga Femenina del vecino país. “Es increíble la importancia que le dan a la técnica individual para después llevarla al equipo. Aproveché un montón eso y me quedaron un montón de cosas que sigo entrenando. Eso me ayudó mucho a mejorar el juego”, señaló.
PARTE DE SU VIDA
A los 12 años comenzó con el gimnasio, algo raro para esa época que hoy está más arraigado a la costumbre deportiva, y lo complementaba con nutricionista costumbre que Sofi inició un tiempo antes cuando fue diagnosticada con diabetes, celiaquía e hipertiroidismo. “A los 11 años debuté en eso y me empezó a cambiar mucho la dieta. Ya a esa edad llevaba una dieta profesional, pero siempre me fui preparando mucho porque sabía que era lo que quería. A los 17 años se dio lo de la selección argentina y empecé a cambiar detalles más finos pero siempre me crié con esa mentalidad”, sostuvo.
La convivencia diaria con el glucómetro, la insulinas y otros elementos de urgencia ya llevan una década con la joven oriunda de Crespo. Los primeros tiempos fueron difíciles, tanto para ella como para su familia, pero con el correr del tiempo todo se volvió una costumbre y adaptó su vida a la enfermedad.
“Padecer eso nunca influyó en las tomas de decisiones, nunca pensé en quedarme en casa por eso. En la mochila siempre tengo la glucosa, insulina y las cosas que se necesitan, pero listo. Soy yo y mi mochila”, señaló.
Cuando le diagnosticaron diabetes fue un año peculiar. “Fue como un boom para la familia. Me acuerdo que estaba en la primaria todavía y los chicos me mandaban cartitas. Siempre estuve muy contenida desde el principio y me educaron de una manera genial donde puedo llevar la diabetes como la llevo hoy. También gracias al acompañamiento del cuerpo médico que está al mando de Ángela Figueroa Sobrero”.
“Con el tiempo fui aprendiendo muchas cosas pero lo más importante es conocerse. Al día de hoy es tan amplio el campo que es difícil explicarlo. Por ejemplo, las emociones influyen mucho en la glucemia. La celiaquía es una dieta sin gluten y listo, la diabetes tenés un millón de cosas. Inyectarte cuando se te sube o ingerir glucosa o algún carbohidratos para que se te baje pero no es así no más, tengo que ver cuántos hidratos, cuánta insulina ver qué hacer después, en qué estado de ánimo estoy. Son un montón de cosas a tener en cuenta para una decisión”.
Esas decisiones también pueden suceder en medio de un partido, para lo cual debe tomar determinaciones que no le afecten. “Estás pensando en la jugada y qué hacer después y que tu entrenador pida un minuto. Ahí aprovecho para medirme y ver cómo estoy y tomar una decisión en ese momento. Es una toma de decisiones constantes. Es algo muy complejo pero que obviamente lo vas acomodando cuando lo vas conociendo”.
TALLERES
El Club Atlético Talleres es su segundo hogar y su segunda familia. Allí dio los primeros pasos para formarse como basquetbolista profesional y como persona. Con la T se consagró en el 2017 en el Torneo Federal. “Era el torneo de mayor nivel que competiamos y era el paso anterior a la Liga Femenina, fue súper lindo e importante para mi que venía jugando hace 4 años”.
Talleres “es un club que me dejó mucho, me empezó a formar mucho más como jugadora profesional, me marcó mucho en mi carrera y fue hermoso disfrutar con la familia de Talleres. Es inolvidable ir a entrenar con toda la familia mirando los entrenamientos y en los partidos donde vendían pizzas, tartas o empanadas y después poder jugar ese torneo. Por eso significa tanto en nuestros corazones”.
AMISTAD
Dentro del básquet hizo muchas relaciones, pero con la que mantiene una gran amistad es con Camila Suarez, la jugadora oriunda de Concepción del Uruguay. Juntas compartieron muchas citaciones a las selecciones argentinas de mayores y juveniles
“Es una crack y me encanta poder compartir la selección. Es una genia una guerrera y enfrentarla siempre está buenísimo porque nos hace crecer a las 2, siempre hay un desafío nuevo con ella”, reconoció Sofía.
ESTUDIOS
El básquet es la principal motivación de Sofía, pero como ella reconoció “quiero mantener la cabeza siempre activa”. En el 2020 empezó el profesorado de Educación Física, especialización que se impuso entre nutrición y medicina porque le permite estar más en movimiento.
“Cuando terminé el secundario estaba en duda sobre qué estudiar porque quería hacer algo más aparte de jugar básquet, que es algo que nunca dejaría. Y quería hacer algo con lo que pueda estar activa, medicina o nutrición son carreras largas me gustaban pero sentía que no era para este momento”, contó.
El profesorado lo inició con normalidad, realizó el ingreso pero luego llegó la pandemia y el confinamiento que obligó a llevar adelante la carrera con clases virtuales. “Me encanta hasta siendo virtual, estoy enamorada de la carrera”, sostuvo la joven de 21 años que además cuenta con una beca deportiva.